

Natacha G. Mendoza es una escritora nacida en Gran Canaria y residente en la isla de los volcanes. Habita esta magnífica artista los intersticios entre lo real y lo onírico. Su obra se caracteriza por una prosa de cadencia poética en la que lo cotidiano adquiere un halo perturbador y luminoso a la vez. Su mirada ha estado marcada también por el arte plástico, campo en el que ha desarrollado una sensibilidad que dialoga con su literatura: colores, formas y trazos reaparecen en su escritura transformados en metáforas. Ha publicado cuatro libros de relatos donde lo íntimo se funde con lo inquietante. Su escritura ha sido reconocida por su originalidad y su capacidad de emocionar desde lo no dicho. Vive entre libros, paisajes volcánicos y la convicción de que la palabra es también refugio.
Descubrir a nuestra artista, es un enigma que cautivará a nuestros lectores por su valentía, por la inteligencia de su narrativa que entre párrafo y párrafo cautiva a sus lectores. En definitiva: una joya de brillo incalculable que merecen nuestros lectores conocer en profundidad. Habíamos quedado en un sitio muy concreto de los grises de la parte antigua de la ciudad. La Plaza de Santa Ana, alrededor de sus famosos canes; encontrarnos allí era una historia que merecía ser contada de forma novelada.
—Magnífico lugar para reencontrarnos.
—Cierto, todos tenemos alguna anécdota junto a los famosos perros de la Plaza de Ana. ¡Yo tengo mi preferido! ¡Faycán!
—¡Vaya!, nos haremos una foto después. Te quería preguntar una cosa: ¿Te gustó la presentación de Teoremas del silencio, anoche, en el Gabinete Literario?
—Me encantó; una auténtica maravilla. Muy cerca de aquí, en la calle Travieso n.º 27 se encuentran los mejores fogones italianos de la isla. El restaurante Rigolo: la trattoria que ha revolucionado el paladar de la Redonda; y para la ocasión, no mereces menos. ¿Qué te parece?
—Fantástico.
—Su dueño: Matteo Pierazzoli, ofrece las delicias gastronómicas de su tierra en la ciudad que le acogió de corazón.
—Suena maravilloso.
A nuestra llegada, todo estaba dispuesto y, no sólo comenzaron las delicias gastronómicas, también la jugosa conversación. Y, para poner a todos en contexto, debemos explicar que nuestra escritora procede de una familia de un gran artista plástico del siglo XX, y por esa senda aproveché la ocasión para comenzar la conversación. Las artes, siempre de cualquier disciplina, dan rienda suelta a la comunicación, a la expresión creativa, permitiendo a las personas compartir emociones, multitud de visiones del mundo e imaginación. En cualquier caso, Natacha, está impuesta en el mundo del arte plástico, por lo que a las siguientes preguntas respondió:
—¿Cuál ha sido, a tu juicio, el mejor caricaturista?
—Rafaely, no solo por sus impresionantes caricaturas, sino porque era un artista completo en muchas facetas. Me siento tan orgullosa del legado que ha dejado a través de sus obras.
—¿Y el mejor ilustrador?
—Antonio Seijas, no solo por sus ilustraciones que tienen voz propia, también por su amplio trabajo artístico y literario. Su manera de narrar con imágenes es una prolongación de la poesía.
—¿Tus tres pintoras canarias favoritas?
—Pino Ojeda, Lola Massieu y Teresa Correa. Tres miradas distintas y valientes.
—¿Artistas plásticos emergentes del momento?
—Me interesan mucho los que trabajan la frontera entre instalación y pintura, como Julia Galán, Paula Valero o los jóvenes que se arriesgan en la performance desde Canarias.
—¿Y tus tres pintores preferidos?
—Goya, Egon Schiele y Edward Hopper. El dramatismo, la intensidad y el silencio, respectivamente.
A medida que avanzaba la conversación: nos enfocamos en esa Natacha G. Mendoza que, como escritora, a todos nos ha sorprendido.
—Desde esos comienzos hasta hoy, ¿en qué ha cambiado tu literatura?
—Creo que he ganado madurez en la mirada. Antes escribía desde la urgencia; ahora escribo desde una herida que cicatriza lentamente y que nunca debe cerrarse, porque dejaría de crear.
—¿Hay alguna situación en los capítulos de tus libros que te despierta una sonrisa?
—Sí, en Teoremas del silencio hay una escena en un relato que me hizo reír y que disfruté mucho. Dos personajes muy distintos se cruzan: un perro y un guardia jurado. Ese encuentro resulta profundamente irónico.
—¿Un escritor canario, uno peninsular y uno internacional favorito?
—Canario: Félix Hormiga. Canarias tiene una deuda literaria con este inmenso escritor lanzaroteño. Peninsular: Federico García Lorca. Internacional: Mircea Cărtărescu.
—¿Qué estás leyendo actualmente?
—La clase de griego, novela de Han Kang.
—¿Qué libro famoso te hubiera gustado haber escrito?
—Creo que ninguno, no hubieran tomado el destino que hoy tienen.
—¿Alguna costumbre al escribir?
—Siempre escribo en la oscuridad, solo la luz de la pantalla del portátil ilumina levemente el teclado. El silencio y la penumbra me resultan aliados.
—¿Qué gozo te produce la escritura?
—El mismo que da respirar hondo después de contener el aire mucho tiempo.
—¿Te despojas de prejuicios cuando creas?
—Intento hacerlo. La escritura se ahoga si uno llega cargado de certezas.
—Metas y ambiciones literarias…
—Seguir escribiendo lo que me nace, sin domesticarlo, y encontrar lectores que se reconozcan en ese temblor.
—¿Qué le falta a la sociedad actual, literariamente hablando?
—Estoy muy agradecida a las redes, donde llevo años compartiendo textos. Lo que más suelo leer es que mis relatos logran que los lectores se adentren intensamente en las historias.
—¿Cuándo decidiste escribir para publicar?
—Tuve la fortuna de que una editora me leyó en redes. Ahí comenzó todo. Nunca antes escribí pensando en que esas historias formarían parte de un libro.
—¿Cómo compaginas el trabajo con la escritura?
—Escribir me ayuda a escapar de lo cotidiano.
—¿Tu personaje favorito?
—Borges en su cuento El Aleph
—¿A quién agradeces estar donde estás?
—A mis abuelos maternos.
—En Teoremas del silencio introduces dos narradores. ¿Te sientes cómoda?
—Mucho. Fue un desafío, pero también un juego. Me gustan los riesgos narrativos. Me siento cómoda cuando la historia se despliega con la metaficción.
—¿Dónde te sorprendió más ver tus libros?
—En las librerías.
—Próximos proyectos literarios.
—Estoy inmersa en una historia que ya no es un relato. Avanza hacia la novela.
—¿Qué importancia tiene para ti la crítica?
—Mucha. Creo que hay que estar atenta a las opiniones que puedan ser constructivas.
—¿Un cambio en tus temas literarios?
—Estoy explorando lo fantástico con más fuerza.
—Recopilatorio de 2025.
—Un año que me ha dado muchas alegrías con este cuarto libro, Teoremas del silencio. Solo puedo estar agradecida.
Tras los postres, como si todo estuviera calculado, llegó la hora del “Nunca”. La hora del nunca es un ratín para estar distendido y para que los lectores conozcan algo más a nuestra artista: se trata de decir algunas cosas que nunca harían. Las respuestas de ellas fueron como ella misma; aunque he de decir que en mí levantaron intriga:
—Nunca, es un animal que me muerde la lengua cuando intento decir siempre.
—Nunca, se sienta en la silla de enfrente, cruza las piernas y me observa, como si esperara una confesión que no llegará.
—Nunca, guarda silencio: respira en mis huesos, roza las paredes de la casa, deja huellas que nadie más ve.
—Nunca, me ha pertenecido, pero me sigue.
—Nunca, abre las ventanas, nunca deja entrar la lluvia.
—Nunca, me besa, aunque a veces, en la penumbra, jura que lo hará.
Antes de irnos, el propietario del restaurante, Matteo Pierazzoli, recibió de manos de nuestra escritora un ejemplar dedicado de su último libro, Teoremas del silencio. A la salida del restaurante, es un clásico visitar Daskalidès Chocolatier, donde disfrutamos de café, chocolate belga y los mejores bombones del mundo. Quizá recuerde para siempre esta presentación literaria y también la entrevista con final goloso.
Añadir nuevo comentario