Se han preguntado alguna vez, porque yo sí estoy empezando a preguntarme, qué es lo que le pasa a la gente que va a lo suyo, que no le preocupa lo más mínimo a quien tiene a su lado en el transporte público, en el centro médico o en la cola del supermercado.

Por ejemplo, me preocupa que en las familias que deberían tener empatía, generosidad y reciprocidad, haya algunos miembros que ni siquiera se hablen, que pase mucho tiempo y no se vean, y cuando se ven es como si vieran a alguien desconocido, sin preocuparse de cómo están, de cuáles son sus necesidades, pero, sin embargo, se preocupan de hacer el bien a otras personas totalmente ajenas. Eso me preocupa y mucho.

Me preocupa que haya niños y niñas pasando amarguras por motivos que son totalmente ajenos a ellos y que lo que deberían hacer es transitar por una infancia llena de alegrías, las responsabilidades acordes a su edad, además de aprender todo el tiempo de sus mayores buenos ejemplos, como son el respeto por todo lo que les rodea, incluido el que respecta a ellos mismos, empatizar y ser generosos y solidarios con las necesidades de sus amigos y amigas.

Me preocupa la gente que tiene mal talante con todo y con todos y me pregunto qué le pasará, por qué esa actitud tan negativa. ¿Qué les estará sucediendo para que reaccionen de esa manera? Creo que todos y todas somos buenos y buenas hasta que algo nos sucede en el camino por la vida, que nos rompe y nos traumatiza, cargando contra todo ser viviente y culpabilizando a diestro y siniestro, sin asumir las propias culpas.

Me preocupa que saneemos nuestra salud física sin ningún tipo de problema, pero, sin embargo, nuestra salud psíquica es intocable, como si acudir a curar nuestra mente fuera “cosa de locos”. Quizás ahí está la solución y de ahí parta nuestra enfermedad más importante. Es un tabú, algo que no nos planteamos, que puede ser posible que nuestras enfermedades pasen por la consulta de un psicólogo o un psiquiatra. ¿Dónde está el problema? Si curamos nuestro cuerpo, también nuestra mente está inmersa en él, por lo que sería una parte importante a tener en cuenta. Igual que visitamos a un dentista porque nos duele una muela, deberíamos visitar a un profesional de la mente para que nos escuche, nos aconseje y nos haga reflexionar sobre cómo nos estamos comportando y cómo estamos reaccionando ante situaciones que solo vemos desde nuestro punto de vista, tal vez equivocado.

En resumen, me preocupan tantas y tantas cosas, que al final tendré que visitar al psiquiatra para que me explique que es lo que está pasando en este “mundo de locos”, que los de arriba necesitan más y más y los de abajo nos conformamos con que nos den lo necesario para estar tranquilos, sin revelarnos ni protestar, no sea que terminemos todos como los de arriba.

Añadir nuevo comentario