Tu caricatura exagera un poco algunos rasgos. ¿Cómo te ves en este retrato?

¡Me veo estupenda! Me encanta esa mirada directa a los ojos del otro, esa mirada abierta y sin dobleces, amigable. Yo soy así cuando miro.

Si tu carrera o trayectoria fuera una historieta, ¿cuál sería el título del primer capítulo?

Caminante, no hay camino.

Hablemos de tu día a día. ¿Cómo es una jornada típica en tu vida?

Por la mañana hago ejercicio, paseo, voy a la compra… esas cosas. Por la tarde tengo mis compromisos sociales con la literatura (presentaciones, clubes de lectura, talleres…) Si un día no tengo nada de esto, simplemente leo, siempre tengo una pila de libros pendientes de lectura. Por la noche me siento al ordenador. Soy una trabajadora de hábitos nocturnos.

Seguro que en tu camino has tenido momentos difíciles. ¿Alguna anécdota que te haya marcado y de la que aprendiste algo valioso?

No tengo anécdotas destacables, pero sí muchos momentos difíciles. Hay etapas de sequía en la escritura que, si no crees firmemente en lo que haces, te pueden invitar al abandono. Por suerte, siempre vuelve a llover. La escritura es el mejor bálsamo para todos los males, como lo es la lluvia para el campo.

Para aquellos que te admiran o siguen tu trabajo, ¿qué consejo les darías?

No me gusta dar consejos. Cada uno debe elegir lo que quiere o puede hacer. En todo caso diría a quien le importe mi opinión que creer en uno mismo es lo más importante. Todos los obstáculos acaban suavizándose si uno persevera.

¿Cuál es el hábito más extraño que has desarrollado como escritora?

No tengo hábitos extraños, creo. Escribo escuchando música (jazz, blues, clásica…) Tengo desde siempre hábitos como apuntar ideas en cualquier cosa que tenga a mano cuando se me ocurre algo… tengo también la costumbre de hacer eso incluso si estoy ya acostada intentando dormir, salto de la cama a apuntar eso que me ha asaltado en la semivigilia que precede al sueño… Además, me encanta escribir de noche. Escribo muy a gusto a lo largo y ancho de la noche. Pero nada de eso es extraño. Creo que son hábitos muy comunes entre los que amamos escribir.

Si tuvieras que elegir un objeto doméstico que represente tu estilo narrativo, ¿cuál sería y por qué?

Creo que sería una lámpara de noche. Una de esas de luz cálida que puedes dejar encendida y no molesta al sueño. Te ayuda a ver tu alrededor, te salva de la oscuridad, pero sin estridencias, con la discreción de una sugerencia…

Si tus bloqueos creativos tuvieran forma física, ¿qué aspecto tendrían?

Serían algo así como una jaula de pájaro tapada con esas telas que les ponen a las pobres aves para que duerman, que impiden que vean la luz y que sepan, incluso si es de día o es de noche. Cuando estoy bloqueada me siento así.

¿Qué personaje literario famoso sería el peor compañero de piso para ti y por qué?

Creo que sería el Conde Drácula. ¡No podría compartir piso con alguien más amante de la noche que yo!

¿Cuál es la pregunta que siempre has querido que te hagan en una entrevista pero nadie se ha atrevido?

¿Escribes para ti o escribes para los demás? Ya te adelanto que la respuesta no es fácil… 

¿Qué personaje histórico sería el peor crítico de tu obra y qué diría exactamente?

Pues creo que sería ese señor del que todavía quedan ecos en esta España nuestra y que se llamaba Franco. No le gustaría nada de lo que escribo. Creo que me aconsejaría matricularme en la Sección Femenina para reconducirme.

Si tus personajes organizaran una fiesta sorpresa para ti, ¿cómo sería el desastre?

Mayúsculo. No lo quiero ni imaginar. Detesto las fiestas sorpresa.

Si tu proceso de escritura fuera un videojuego, ¿qué niveles tendría y cuál sería la prueba final?

No tengo ni idea de videojuegos.

¿Qué habilidad completamente inútil has desarrollado gracias a tu carrera como escritora?

Lo que más he desarrollado es la capacidad crítica. En ambos sentidos. Autocrítica y crítica de lo que observo. La lectura continuada y la reflexión permanente del lenguaje y desde el lenguaje ayudan muchísimo al desarrollo de esa agudeza. Pero creo que no es inútil en absoluto, aunque a veces lo parezca dado el panorama actual…

¿Qué tres libros llevarías a una isla desierta si supieras que serán traducidos e interpretados por delfines?

Me llevaría Una habitación propia, para que también el mundo marino empiece a escuchar la brisa sana de la igualdad real entre sexos.

Me llevaría La madre de Frankenstein, para que nos tomemos más en serio las miles de aristas que puede tener la mente humana, más allá de la moralidad. Esta obra propone unas reflexiones brutales y necesarias, desde mi punto de vista.

Me llevaría Pedro Páramo, para que la hermosura del realismo mágico se alimente de las inmensidades marinas y se multiplique sin fin.

Si tus correcciones y borradores pudieran hablar, ¿qué secretos vergonzosos revelarían sobre ti?

Que soy una pelma correctora infinita. Realmente cansina. Me doy ultimátums para dar por terminada una obra.

¿Qué capítulo de tu vida omitirías completamente si fueras el protagonista de una novela?

Ninguno. Absolutamente todos son parte del camino y del aprendizaje.

¿Qué consejo para escritores darías si tuvieras que hablar exclusivamente como un personaje de telenovela?

―¡Nadie es ilegítimo, mijo, tome usted las riendas de su ilusión y galope hasta conseguir lo que busca! ¡Agarre su pluma y escriba sin miedo! ¡No se amilane! ¡No se abandone!

Si tus lectores formaran un culto basado en tus libros, ¿qué rituales absurdos realizarían y qué objetos venerarían?

No tengo ni idea. Soy una persona tan normal que les sería muy difícil inventarse un ritual.

¿Qué trabajo o profesión alternativa ejercerían tus personajes principales si se quedaran sin empleo en la trama?

Yo no he escrito, al menos hasta ahora, personajes. Todo lo más, voces aleatorias que toman la palabra en los poemas… si se quedaran sin trabajo creo que tendrían que darse de alta como autónomos, para seguir hablando en los versos.

Cierre con chispa: Si fueras un personaje de una tira cómica, ¿cómo te llamarías y cuál sería tu superpoder?

Sería Wonder Woman, sin duda. Y mi superpoder, erradicar el machismo de la faz de la Tierra, de las conductas y de los pensamientos. ¡Sin contemplaciones!

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