Hoy nuestros lectores conocerán al escritor J. Javier Santana Santana, natural de La Atalaya de Santa Brígida. De antepasados loceros y maestros albañiles.
Su madre, más concretamente, modista y su padre albañil. Vivían su camino con el deseo de algo que ellos no pudieron alcanzar, y que ahora deseaban para su hijo: superación y estudios. Algo que le diferenciara en el día a día, sin que existieran esas limitaciones que ellos habían vivido en el pasado.
Hoy, como entrevistador y compañero cercano a él, tanto por nuestras profesiones, como por ser compañero de letras, he compartido algunos momentos de aquella infancia, esos recuerdos que le acompañaron y que aún viven en su memoria: los cuidados, los cientos de cuentos que le contaron Tití Encarnación (Sionita) o la tía Kaki. Asimismo, el recuerdo de sus padres, con esa imperativa obligación a la lectura que Javier cambiaba por juegos e inventivas.
Su adolescencia, la asimila a un surfeo entre el internado y la Universidad Laboral de Las Palmas de Gran Canaria, donde cursa estudios administrativos. Y, aunque no le gustaba, le sirvieron para mucho, ya que pudo seguir caminando por la vida consiguiendo sus primeros logros. Eso sí, tras hacer el pertinente recorrido por el Servicio Militar; lugar donde le sacó bastante provecho. Fue allí donde comenzó con sus primeros acercamientos a la lectura, la escritura y la música. Comenzó a escribir poemas y escuchar cantautores. Comienza a leer sus primeros libros de poesía, y descubre a autores como: Herman Hesse, Kafka o Tagore.
Durante el Servicio Militar y, tras el mismo, de la mano de su cuñado Alberto Parada, comienza a escudriñar las palabras y a tomar el diccionario como compañero de camino en el ánimo de seguir buscando mejorar. Luego hace una incursión en la Escuela de Arte y Oficios, pensando que podía ser la hora de recuperar el gusto por el arte; a pesar de que no se le daba mal el dibujo, en esta ocasión la idea también se desvanece no pudiendo llegar a término.
Sucede un momento importante en la vida de nuestro autor. Llega el amor, su primera hija y suceden, uno tras otro, varios proyectos en el ámbito musical. Estudios de solfeo, percusión, imagen y sonido, y alguna incursión en política. Uniéndose a los mismos: las comparsas carnavaleras. Todo esto agrupado a la vida laboral y familiar, hacen que la situación, a pesar de vivir buenos momentos, tenga que terminar con su matrimonio.
Es en una de esas comparsas donde conoce a su segunda esposa, y madre de sus otros dos hijos. Pero pasa el tiempo y todo, menos la lectura, se desvanece, hay que trabajar duro para sacar adelante a la familia. Y, aunque habían vivido momentos memorables, todo termina quedando la inigualable experiencia de sus hijos y los otros dos acompañantes de vida: la lectura y su grata profesión de vendedor.
Todo lo que eran ventas le perseguía, incluso si había que residir en otra isla. Sería en Lanzarote donde se vuelve a encontrar con la poesía en forma de escritura, con la buena fortuna de conocer a la madre de Tina Suárez, pareja de Federico J. Silva, ambos poetas. Con la madre de Tina inició una nueva relación sentimental, y comienza a escribir sobre lo que piensa que mejor se le da: la escritura introspectiva, relatos cortos, cuentos y aforismos. Todo ello supervisado por Tina, la cual le animaba a que siguiera en el empeño.
Dice ser en estos momentos, junto a su mujer Ingrid y su familia de Cuba, el resultado del tipo de vida que ha llevado. Se toma en serio lo de escribir, y ya ven por donde va.
El amor a la cultura, en todos sus géneros le abre la puerta para que se inicie en el estudio de los grandes pensadores y eso es lo que le hace decidirse por el estudio de Filosofía y Letras en la UNED. En la actualidad la está finalizando, y combina una doble victoria: la de retomar sus estudios y la de complementarlos con algo que le viene muy bien para conjugarlo con el mundo de las letras.
Nuestro autor siempre ha tenido palabras de agradecimiento para sus formadores, de forma especial a sus padres que significaron una gran escuela, de los cuales se siente profundamente agradecido. Asimismo a Dios, que se hizo presente de una forma muy viva desde el 20 de octubre de 2005, algo que se vislumbra a través de sus escritos.
LOS TIEMPOS CAMBIAN UNA BARBARIDAD
-¡Buenos días hermano!
-Buenos días, ¿cómo va todo?
-Estupendo, te llamo para invitarte a comer en el Restaurante Rígolo.
-¡Ohh!, qué nivel Maribel
-¡Ni Maribel ni na’!, nos vemos a medio día en la puerta del Teatro Pérez Galdós. ¡Y punto!
-Ja, ja, ja, vale, no se hable más, tratándose del Rígolo menos.
-Faltaría más, ja, ja, ja
Queridos lectores, el Restaurante Rígolo es el mejor en su especialidad en toda la ciudad, diría que en toda la “Redonda”.
A la hora en punto y en el sitio acordado estaba mi hermano de profesión y letras:
-¡Aquí, aquí, estoy aquí!
-Yo, un poco jodelón me hice el despistado.
-¡Aquí hermano!
-¡Casi me marcho! Ja, ja, ja
Esto como sabes, es aquí cerca, en la calle Travieso número 27
-Sí, Travieso, lo sé. Como tú, travieso, travieso ¿A qué se debe tal invitación y en este privilegiado restaurante?
-Ci dobbiamo un buon pasto e una conversazione migliore.
-¡Usted perdone, pero me puede hablar en canario!
-¡Es broma! Nos debemos una buena comida y una mejor conversación.
-Fantástico, así será.
Al llegar al Rígolo, siempre está todo dispuesto. Por lo que en un breve espacio de tiempo comenzamos a disfrutar de la comida y la conversación:
Lógica que para la ocasión yo estuviera preparado, ¿pero Javier?... Les aseguro que también. Desde que le presenté su segundo libro, “Pepe Cañadulce, el hombre de acero inolvidable”, pude comprobar con mis mil y una herejías, que estaba preparado para casi todo. En un espacio de tiempo por determinar, sabré si está preparado para lo que yo llamo: todo, todo, todo. Seguro que sí.
Lo cierto que, tras explicada la invitación y la temática del encuentro, comenzó lo bueno, dar a conocer aún más a nuestro personaje del día como escritor. Esa era la misión:
¿Cómo comenzaste en el mundo de las letras?
-Creo que esa vena convive con uno desde el momento en el que surges a la luz de la vida, otra cosa bien distinta es el tiempo en el que tardas en descubrirlo. Pienso que todos llevamos un pequeño escritor dentro. Fue justo en el momento en el que hacia el servicio militar cuando afloraron mis primeras poesías, no sé si fruto de la situación que vivía en aquel entonces. En la mili da la sensación de que la vida se paraliza, estás como atrapado en un sin sentido, en modo avión. Comienzas a leer con mayor asiduidad o te muestras interesado por esa lectura que vaya nutriendo esa inquietud resurgente. Aparecen Machado, Lorca o el propio Miguel Hernández con las “Nanas de la cebolla”: “Desperté de ser niño, nunca despiertes. Triste llevo la boca, ríete siempre. Siempre en la cuna, defendiendo la risa pluma por pluma”. Tras el servicio militar me encuentro con todo un mundo por descubrir y ahí cayeron en mis manos “Tus zonas erróneas”, de Wayne Dyer o la profunda sabiduría contemplativa de “Siddhartha” por Hermann Hesse. Mi pequeño escritor comenzaría a descubrir otras sendas por donde escarbar. Sigo con la vena de poeta, nunca me ha abandonado; pero comienzo a combinar la poesía con relatos cortos en forma de cuentos o reflexiones que han ido encontrando acomodo en las redes sociales.
¿Quiero pedirte tu escritor canario favorito, así mismo español e internacional?
-¡Uff!, ésta es siempre una pregunta complicada, pero me voy a atrever con varios porque reducir el número a la unidad no me parece sano ni justo. Como escritores canarios no puedo obviar a Benito Pérez Galdós, Luis León Barreto o Rosario Valcárcel como autores consagrados, luego tengo mi lista de autores emergentes como Pablo Cabrera, Aday Vieites, Isabel Santervaz, Magüi Fajardo o Sandra Morejón. A nivel nacional e internacional la lista es innumerable, pero te dejo estos: Enrique Vila-Matas, Juan Manuel de Prada, Jorge Luis Borges, Albert Camus, Frank Kafka…
¿Tienes algún espacio o costumbre a la hora de escribir?
-Recomiendo los consejos de Stephen King como rutinas, entre otras cosas él resalta la importancia de ser disciplinado a la hora de escribir a diario, pues “es más importante que el momento específico o el entorno ideal; se trata de crear un hábito sólido, aunque también se valore el descanso para mantener la claridad mental”.
¿Qué gozo te produce la escritura?
-Muy buena pregunta. Nos llenamos de recuerdos y, tal y como vinieron, se fueron para volver; entonces se llenarán de gozo, porque todos fueron necesarios. Yo te diría que aún sigo madurando, aprendiendo. Decía Aristóteles que “el Principio no puede ponerse en el aprender, sino en el saber de lo aprendido”. Deseo sumergirme en los mares de una novela, transitar por los puertos de un buen certamen y, por fin, poder echar el ancla en alguno de ellos. Llegar al Finisterre de la sabiduría, moverme entre los clásicos y culminar con el conocimiento exacto por donde los sabios transitaron.
¿Qué crees que le falta a la sociedad actual, literalmente hablando?
-Pienso que hoy las posibilidades para un escritor son infinitas. Quién tenga la vena, el deseo, la pasión por escribir, dispone de todos los medios a su alcance para emplearse en la materia. Los lectores no tienen necesariamente que trasladarse a una librería para hacerse con un libro. Lectura en dos clicks desde el móvil. Talleres de escritura, cursos online de narrativa, cursos de como presentar un manuscrito a una editorial, las redes sociales en general y en particular esta revista digital de ACTE CANARIAS a la cual le estoy muy agradecido por darme visibilidad y la oportunidad de esta entrevista. Se dispone de la opción de autopublicar o de intentar seducir a una editorial para que te publique. Existen múltiples mecanismos para que tu obra la veas en librerías o en Amazon. El lector es muy exigente, pero todo escritor dispone de un nicho adaptado a su estilo de escritura. Me encanta la frase de Borges: “No soy ni un pensador ni un moralista, sino sencillamente un hombre de letras que refleja en sus escritos su propia confusión y el respetado sistema de confusiones que llamamos filosofía, en forma de literatura”. Para quien vive la pasión por escribir, hoy ya no encuentra excusas para no hacerlo. Hoy el escritor tiene un público más abierto y accesible, multicultural, sólo necesita saber cómo llegar a su corazón y seducirlo.
¿Cuál es la lección más importante que te dio la literatura?
-Para responderte a esta pregunta me quedo con una frase de San Agustín de Hipona extraída de sus Confesiones: “No hay cultura literaria que nos sea más íntima que la conciencia misma, en la cual llevamos escrito que no se debe hacer a otro lo que nosotros mismos no queremos padecer”.
¿Qué opinas de los editores y las ferias del libro?
-He tenido la oportunidad de estar presente en 5 Ferias del Libro. En el 2015 en la Feria del Libro de Madrid en El Retiro. Fue primera feria con mi primer libro, Senderos Para Amar, con la editorial Vive Libro. Allí pude comprobar la dimensión que le da a un autor una feria de esas características. Un novato en la materia que se estrenó a lo grande. La experiencia lograda fue indescriptible. Me sirvió para tomar muy buena nota de cómo te puedes mover en ese ambiente. Compartí con un Javier Carretero autor de Si pudiera volver, que no paró de vender sus libros, a pesar de no ser un escritor consagrado sí tenía un buen marketing que le respaldaba y atraía a sus lectores. Fue una gran lección. Mi segunda oportunidad fue algo más modesta, en el Bulevar del Libro en Siete Palmas (Gran Canaria). Me sirvió para darle mayor visibilidad a mi libro y, cómo no, para darme algo más de publicidad como autor. La experiencia de Madrid me serviría para cuajar con mejor acierto. Se vendieron unos cuantos ejemplares. La tercera vez sería con mi segundo libro en la Feria del Libro de Santa Brígida, donde volví a estar el pasado 26 de abril. Sería con Pepe Cañadulce, el hombre de acero inolvidable. Una feria muy emotiva por ser la de mi municipio. La cuarta fue en la Feria del Libro de Las Palmas, 2022. Todo un espectáculo. Tuve también la ocasión de participar en el sillón rojo de Canaima. Quizá la feria que mayor auge ha tenido por ser la que me permitió darme a conocer, con artículos en prensa. Considero que para un autor es sumamente importante participar en la Feria de Libros, una oportunidad para reencontrarte, participar con otros compañeros y de que quienes te siguen se acerquen y te acompañen. Y como no podría ser de otra manera: “Las ferias de libros son importantes porque promueven la lectura, la cultura y el desarrollo personal y comunitario. Facilitan el acceso a los libros, conectan a profesionales del sector y ayudan a construir una comunidad de lectores”. Una anécdota común en la feria del libro es la de encontrarte a alguien con quien compartir alguna historia de libros, como un libro favorito o una autora preferida, y establecer una conexión inesperada a través de esa pasión compartida. Recuerdo en una ocasión en la que me cruce con Santiago Gil en la Librería Canaima, la conversación se redujo a una recomendación suya para que leyera la obra de Enrique Vila-Matas, “Montevideo”. Fue providencial, desde ese entonces figura dentro de mis autores de cabecera. Otra anécdota divertida es la de perderse en la feria, intentando encontrar un libro específico o una firma de autor, y la aventura de descubrir otros títulos y autores que uno no conocía.
¿Cuál es tú gran activo en la literatura?
-La lectura.
¿Nos puedes contar alguna anécdota literaria?
-Una de la más significativa fue ver como el libro sobre Cañadulce se fue nutriendo en las presentaciones de las propias anécdotas de aquellos que lo conocieron personalmente. Se podría escribir otro libro sólo con esas anécdotas.
¿Estudias la obra que pretendes escribir y qué tiempo tardas en ello?
-Por supuesto, toda obra literaria lleva su proceso de maceración y, aún cocinada, siempre le quedan retoques. No existe un tiempo específico, una obra te lleva a la otra. Me gusta ser ordenado y establecer un orden de agenda.
¿Cuándo decidiste escribir para publicar?
-Desde el momento y hora en el que Ingrid me dijo que sacara los textos del gavetero, y hubo una editorial que quiso exponerse para que fueran publicados.
¿Cuál es el personaje favorito de tus obras?
-No existe un personaje en específico, supongo que el narrador.
¿Lo sueles repetir en tus distintas creaciones?
-En todas existe un denominador común: el narrador.
¿Qué proyectos literarios tienes en mente cara al futuro?
-En estos momentos estoy con dos proyectos conjuntos con mi estimado amigo inmobiliario y compañero literario, Aurelio V. Lorenzo Casimiro, con alguna antología y preparando cosas para varios certámenes. El tiempo lo tengo algo limitado con los trabajos académicos del Grado de Filosofía, y he de estructurarme bastante bien para intentar sacarle el máximo provecho.
¡Mire usted! Y yo sin saberlo. Ja, ja, ja
-Gracias por abrirte a nuestros lectores, pero para terminar esta entrevista, siempre jugaremos al “Nunca, nunca” es muy fácil, debes contarnos lo que no harías nunca. Como te conozco y te estoy viendo por donde vas, te voy a pedir que me digas algunas divertidas, no te pongas muy filosófico, ¡comienza!:
-Bueno, lo cierto es que me has pescado. Me tomaré la licencia de amigo y haré un batiburrillo de ambas, ¿vale?
-¡Adelante!, no tengas piedad, me haré cargo. Ja, ja, ja
Nunca publico nada sin el visto bueno de Ingrid y el piquete (familión de Cuba).
Cuando escribo recuerdo esas palabras que nunca debieron cambiarse.
Una mente positiva nunca me dará una vida negativa.
Por mucha cumbre que alcance, nunca me podré creer con el cielo conquistado.
Las letras, como el tiempo, nunca duermen.
Nunca con sal en la comida.
Nunca un arroz con leche, habiendo mus de chocolate.
Nunca un cacahuete sin pelar su cáscara.
Nunca veré un clásico si al mismo tiempo juega Las Palmas.
Nunca me iré a la cama, sin antes leer mínimo una página.
-Ahora me toca invitar a mí, iremos a la terraza chill out Belvédère, del Boutique Hotel Cordial Plaza Mayor de Santa Ana.
-Gracias, magnífico lugar.
Allí conversamos durante bastante tiempo y, aunque no había transcurrido mucho desde nuestro último encuentro, siempre encontramos temas de conversación. Se pueden hacer cargo de la clase de conversación…, ¡exacto, de esas! También de otras: de esto, de aquello. Y muchos temas, muchísimos temas interesantes.
Gracias por darte a conocer a los lectores un poco más.
Hoy les he presentado a grandes rasgos a J. Javier Santana Santana, un ser que disfruta la vida en casi todas las ocasiones. Con la certeza de estar siempre dando lo mejor que puede y en las circunstancias que en cada momento la vida le ha presentado.
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