Todo esfuerzo por serenarme, todo intento por escapar es inútil.
Un miedo incontrolable me domina y un terror cada vez mayor se va
apoderando de mí. Tengo que buscar una forma de escapar de todas
estas letras, palabras, frases y renglones que nada me dicen, no tienen
significado alguno, aunque tampoco tengo la serenidad suficiente para
ocuparme de ello, mi preocupación por liberarme de esta prisión
absurda es tanta que no trato de averiguar lo que aquí está escrito.
Desde el encabezamiento hasta el pie de firma se me antoja un
laberinto sin salida.
Si me aventuro a avanzar sobre las letras, son sus formas
irregulares las que dificultan mi camino; intento saltar de palabra en
palabra y su inevitable separación me enfrenta con el vacío. ¿Por qué
el escritor obedeció las reglas? Un error en su escritura me facilitaría
ahora la evasión. Entre renglones, el espacio es demasiado angosto y
tengo que arrastrarme lo más encogida posible, aun así no avanzo lo
deseado, no llego a ninguna parte. Después de mucho esfuerzo, una
llave fría y divisora me impide continuar. Me revuelvo angustiada, el
corazón me late acelerado, tengo dificultad para respirar, estoy
desesperada.
Zigzagueo entre palabras y letras, entre renglones y
separaciones, llego hasta el borde del folio y tengo que retroceder.
¡Qué ilusa al pensar que todo había terminado! Ahora me encuentro
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ante el auténtico problema, la verdadera prisión no es la escritura, es
el folio.
"Tranquila" me digo a mí misma, tratando de infundirme un poco
de valor en estos momentos de tanto terror irracional; "Solo es un
sueño" me repito una y otra vez, pero el miedo me tiene dominada, el
rectángulo blanco e imperturbable, se me antoja sin límites y, salir de él,
una empresa imposible.
Trato de pensar serenamente para encontrar una forma de
escapar de esta cárcel, retrocedo buscando un resquicio que me
permita una salida y nuevos obstáculos se interponen. La
desesperación hace tal mella en mí que me hace pensar que esto es
el fin, que para siempre permaneceré atrapada entre estas letras
indescifradas que, a su vez, están presas en este finito folio de infinitas
consecuencias.
Cansada, temblorosa, aterrorizada, sin comprender lo que está
sucediendo, hago un nuevo intento por alcanzar mi libertad. Voy hacia
un lado y otro, subo la L, bajo la J, la P me resulta más dificultosa, la A
no consigo saltarla, tardo en encontrar un resquicio para subir y bajar
de un renglón a otro. ¡Ya no puedo más! Estoy exhausta. Quiero sacar
nuevas fuerzas de mi cuerpo, pero este ya no me responde. Mi mente
ya no consigue pensar, no puede ir más allá de la realidad que la
rodea.
Estoy en la esquina inferior derecha del folio y no hay escapatoria
posible. Me hago un ovillo y me abandono a tan terrible final.
Yo
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