El Club de Creación Literaria Alisios de Verso y Prosa, en su encuentro mensual de forma presencial en la Biblioteca de Puntalarga, Candelaria, cierra sus puertas temporalmente con la finalidad de descansar y reorganizarse. Hasta final de 2025 seguiremos con nuestros retos de forma virtual a través de Wasap.

Les dejamos aquí para que disfruten de su lectura las aportaciones de los últimos retos convocados: “Un día de verano especial”. Y "Añil", protagonista del Encuentro de Talleres literarios de Acte.

Esperamos que los disfruten.

Reto: UN DÍA DE VERANO ESPECIAL

TOÑI

AUTORA: Toñi Alonso

TÍTULO: Los parones del verano

Este verano me propuse hacer un parón obligatorio para retomar con más fuerza en el otoño, no sabía ni cómo hacerlo ni que me tenía preparado el destino para los días del estío en la Capital.

Ordenar libros, escritos sueltos, fotografías, y por supuesto, ideas. Esas pequeñas estrellas que aparecen cuando dormimos y pegamos un brinco porque creemos que es la idea más especial que se me ocurre para escribir la historia. Esa historia que lleva descansando en mi cabeza y en mi ordenador mucho tiempo, que le he dado mil vueltas y que aún no está totalmente perfilada.

Me encontré de repente con mucho trabajo por hacer. Los libros que esperaban por ser leídos están en dos hileras en el filo de la mesa de estudio, tan diversos que decidí no leer ninguno. Los artículos por terminar en una carpeta repleta que decidí no revisar. Las fotografías en sus cajas esperando a ser ordenadas en álbumes, ahí siguen. Me he dedicado a vivir. Y con una frase recurrente todo el tiempo, “Ya lo haré”, y si no me da tiempo, pues eso, no me dio.

Paseos por Santa Cruz cortitos, soportar el calor asfixiante con un helado en mi balcón, lo que me ha llevado a conocer a los vecinos del edificio de enfrente, a observar sus ventanas e imaginarme sus vidas. Desde mi balcón tengo una privilegiada visión de la panadería, y un domingo cálido y silencioso me regaló la historia de este verano del 2026.

En mi mano una taza de café mañanero, me siento en la silla de cocina que he puesto entre plantas que luchan por acceder a los pocos rayos de sol que aparecen. Y alguien llama mi atención en la puerta de la panadería. Un joven negro, de los chicos de las pateras, inconfundible por la camiseta y chanclas que todos llevan, una mochila diminuta y parece vacía. Su actitud es silenciosa, no dice nada, está ahí parado de pie, mira al interior del establecimiento y nada más. Mi intuición me dice que no ha desayunado, pero no pide, solo está ahí de pie.

Me voy a quitar el pijama y bajaré a comprarle algo para que desayune, porque estoy segura que es lo que necesita, entran dos mujeres a comprar pan, pero nada le dicen, y un joven con un perrito chico que deja en la puerta, y nada le dice, definitivamente me voy a vestir y bajar antes que el muchacho se marche a comprarle el desayuno.

En ese momento, llega el vecino del edificio de la Calle Castro, lo sé porque le he visto salir del mismo, y le pregunta al muchacho: ¿Ya desayunaste? Y el joven balancea su cabeza afirmativamente. Yo que observo la escena y no puedo hablar, me digo para mis adentros, -Que no, que no entiende nuestro idioma, que ese chiquillo no ha comido, no lo ves, pregúntale otra vez, mírale bien.

Y mi vecino, como si oyera mis pensamientos, vuelve a salir a la puerta y le vuelve a preguntar: - ¿Quieres un café?, y asiente de nuevo con su cabeza, sin moverse, ni siquiera da un paso adelante, se queda inmóvil. Entonces mi buen vecino, se acerca y le invita a entrar en la panadería. Puedo ver como todo el tiempo da las gracias bajando su cabeza y hasta el tronco de su cuerpo delgado, el gesto de agradecimiento es inconfundible. Entre sus manos un pequeño paquete y un vaso desechable.

Aquel domingo del verano, me regaló una de las escenas que seguro se han repetido por mi isla, con miles de niños del África, que deambulan por nuestras calles, pero hoy una lágrima de gratitud resbaló por mi mejilla, mi vecino, que no se su nombre, se ganó mi respeto, y ese chico que no volveré a ver se llevó un trocito de mi corazón. Ojalá uno y otro tengan su recompensa, el destino los arrope y no les falte el desayuno nunca.

Cada mañana cuando vuelvo al balcón y miro a la panadería, otra historia pasa ante mis ojos, pero ninguna tan real y especial como aquella. Y decirles que los libros siguen sin ser leídos, los artículos sin ordenar y por supuesto las ideas revoloteando, pero este verano ha sido muy tranquilo, ya habrá tiempo, y si no, pues no.


CELE

AUTORA: Cele Díaz

TÍTULO: Un día especial de verano

Partieron hacia tierras lusas con el propósito de disfrutar de unos merecidos días de descanso  estival al terminar el curso.

Era una pareja madurita, cercana a la jubilación pero que gozaban de salud y viajar les hacía ilusión, conocer nuevos lugares, otras culturas. Ese era el motivo principal para excursión.

Ese día pusieron rumbo a Belém, lugar famoso por sus pasteles que degustarían también. Allí se encuentra la fábrica central que los elabora y vende. Además tiene unos preciosos salones decorados con los típicos azulejos azules portugueses, reproduciendo diferentes escenas de la vida cotidiana donde puedes sentarte y degustar esos “Pasteles de Belém “, cremosos y recién hechos, cuya receta es herencia de los monjes de Los Jerónimos. Comenzaron a primera hora. Eran pocos, eso facilitaba moverse más rápido. La guía era jovial, dispuesta a mostrar todos los rincones y a contar los detalles secretos que los hacía especiales.

Visitaron El Monasterio de los Jerónimos, allí, Dominga, que así se llamaba esta, les explicó de forma didáctica una de las características propias del -estilo Manuelino- las columnas de sogas cordadas y otras curiosidades para distinguir elementos y personajes, que verían a lo largo de todo el recorrido, no solo en ese lugar. Se mezclaba la sencillez exterior de las paredes de piedra con la riqueza interior. Mobiliario, decoración de las estancias, loza, pintura. Los ojos de los curiosos viajeros daban vueltas alrededor para no perderse ningún detalle.

En la orilla del río Tajo, en un terreno ganado al mar se encuentra el Monumento a los Descubrimientos, en honor a Enrique el Navegante. Una carabela hecha de mármol donde está además de Enrique, Vasco de Gama y Magallanes y una única mujer, su madre, Felipa de Lancaster, una reina extranjera que inculcó a su hijo el amor por la navegación y ampliar los límites del mundo conocido.

Tras degustar un exquisito bacalao al grill, plato típico portugués, continuaron solos visitando el Museo de las Máquinas y el Museo del Terremoto. El primero tenía una sala de carruajes antiguos y otro edificio más moderno donde aparecía la información escrita y códigos QR al pie de los mismos. También se exponían diferentes tipos de sillas para llevar una persona, coches de bebés, etc, todo relacionado con el mundo del transporte. Estaban en unas salas muy amplias, con paredes blancas y mucha luz. Ambos les resultaron interesantes, les trasladaron a momentos puntuales de la historia o a escenas de películas.

La guinda del pastel estaba a punto de llegar para rematar ese día de sensaciones y emociones inolvidables. Entramos en el Museo del Terremoto, solo su nombre ya te remueve por dentro, además de la historia sabida de como el terremoto fue el desencadenante de todos los desastres posteriores que Lisboa siempre recuerda y no quiere olvidar. Era el 1 de noviembre de 1755 , Día de todos los Santos, había mucha gente en las iglesias y muchas velas encendidas que cayeron al suelo con el terremoto produciendo un incendio. Las personas ante esa realidad derrumbe de edificios y fuego por todas partes huyeron despavoridos, en tropel, hacia el mar. La gran e inesperada sorpresa aún estaba por llegar, un tsunami, las olas gigantescas inundaban la tierra a su paso y sepultaban la ciudad. La naturaleza se había confabulado en su contra: terremoto, incendio, tsunami. Algo nunca visto. Toda esta historia se reproduce de forma muy realista en diferentes salas. Una simula la vida de la ciudad con elementos 3D de forma interactiva. Y la sala principal es la réplica de una iglesia, se huele a incienso, se ve la luz de las velas y los sillones donde están sentados los visitantes son sacudidos con una fuerza tal que puede tirarlos al suelo. Vivieron por unos instantes esa sacudida, ese efecto del movimiento de la tierra que fue de magnitud 9 en la escala de Richter y duró 9 minutos.

Después de salir del museo no eran los mismos, comprendieron muchas cuestiones que les habían contado en su estancia lusa, el porqué de las nuevas edificaciones, de tantas rotondas en las avenidas y el carácter lisboeta. Con el cúmulo de vivencias revoloteando en su interior volvieron al hotel con la firme decisión de que regresarían.


TERESA

AUTORA: Teresa Terán

TÍTULO: Un verano inolvidable

El verano me encanta, los días se alargan, vivifica, lo impregna todo, trae alegría, color y abundancia…tiempo de playa, deseos de noches frescas, ventanas abiertas, luces encendidas conciertos de veranos- sin prisa- leer, escuchar música, de una buena comida en el campo con los amigos y familiares, y sobre todo una buena compañía.

Este verano hemos ido a la Isla de Fuerteventura, donde nos esperaba Doña María, una señora simpática de 88 años, vive sola desde que enviudó, uno de sus hijos el más pequeño viven a lado.

Doña María ha hecho su casa para rentar por temporada, aprovechando que se encuentra muy cerca de la Playa del Matorral en la localidad de Morro Jable, cerca del paseo marítimo, donde se puede apreciar toda una vista al mar Atlántico.

Me despertaba muy temprano para ir a caminar todo el paseo por la playa, de regreso me detenía en la playa para bañarme en el mar, donde se me iban las horas-horas sin darme cuenta, el sonido de las olas y el color del agua crean un ambiente tan tranquilo, que me genera una sensación de paz.

El aire fresco y la luz dorada del mediodía, daba un toque cálido y mágico en medio de este bullicio.

La noche en la playa es una maravilla, las estrellas vibran marchando el resplandor más vivo de la fría luna. Quedábamos con los amigos para ir a dar un paseo por la playa, a lo largo del recorrido hay pequeñas tiendas y numerosos restaurantes, la playa se extiende por toda la costa sur, siendo un arenal amplio, de arena fina y dorada.

Nos íbamos a cenar todos juntos, “Éramos como diez personas, a veces más”. Luego de cenar en la misma playa había orquesta “A bailar, se ha dicho” empieza la algarabía y el encanto de la fiesta, que dura hasta las cuatro de la mañana, así contemplando la noche, la mañana concluye con alegría y me encuentro vagando ¡Otro día de verano!

AUTORA: Candelaria González

TÍTULO: AÑIL

Qué bonitos recuerdos me trae esta palabra, añil, sábanas blancas volando al viento en la azotea. Las madres en la piedra de lavar estregando y estregando para que la ropa luciera como un azul-blanco cielo.

Con ese añil, el sol, y sus manos expertas, blancas lucían las prendas interrumpido el trabajo.

Hoy con tanto adelanto las hijas tenemos privilegios, y muchas no conocen lo que es el añil, solo un color. Las lavadoras reducen los trabajos en la casa es tan ordinario que no llaman nuestra atención.

El esfuerzo de nuestras madres celebrando la blancura de su ropa en la piedra de lavar. porque por ponerse con satisfacción ese redondito personaje al que vi muchas veces envuelto en un trapo blanco con disfraz azul añil.


AUTOR: José Luis Regojo

TÍTULO: Cuando mi hija se gradúe, me vestiré de verde

                                               Para Lara, junio 2025


Cuando mi hija se gradúe, me vestiré de verde.

Pajarita esmeralda y sombrero hasta la frente.

Encenderé un puro, aunque nunca haya fumado,

y lo celebraré, a pesar de que el colesterol proteste.

Cuando mi hija se gradúe, me vestiré de verde.

Mi madre fruncirá el ceño, lo sé, allí donde duerme.

¡Qué se le va a hacer!

Yo me reiré esperanzado.


Cuando mi hija se gradúe, me vestiré de verde.

La gente dirá: “¡Mira el viejo verde ese!”,

pero no es un simple color,

es orgullo de progenitor.

Cuando mi hija se gradúe, me vestiré de verde.

Será mi rebelión: primero, lila; ahora, verde.

El color de quien nunca cede.

La herencia del que en un futuro femenino cree.

Cuando mi hija se gradúe, me vestiré de verde.

Su triunfo es nuestra gesta, un lazo que no cede:

madre, padre, hermana y abuelas... un linaje que precede.

Y así, por ella y por todas, mi camino será verde.


JESÚS

AUTOR: Jesús Abreu

TÍTULO: Monólogo al sol

Arde la tarde.

En el mar repiquetea el sol.

Los cuerpos brillan como victorias aladas,

tu brillas oliendo a falso coco

tumbada en la toalla de arena.

Ya no fumo, siempre fumé en la playa,

ya no bebo en la playa, solo agua.

Prefiero playas fantasmas,

pero hoy no me importa la gente.

Estás callada. Con cada cara – cruz

intentas teñirte, oscurecer,

conseguir tostarte, a vista del otro

regalarte una imagen aventurera.

Dejaré el libro, me sentaré.

Hablo con la vista a la gente

que está a mi alrededor.

Oigo sus miradas largas o furtivas

curioseando mi curiosidad.

El bullicio logra contraer el tiempo,

aunque en la playa me exilio del reloj.

En la playa brota el día desde arriba en la playa no propongo nada  


Reto: AÑIL

El reto Añil en el Encuentro de Talleres de Acte Canarias

AUTORA: Rosa Galdona

TÍTULO: Añil

Rosa estaba histérica. Llevaba semanas tratando con pintores de distintas empresas con el objetivo de conseguir que su habitación fuese del color ideal. La quería color añil. Pero no había manera.

Cada vez que llegaban con sus muestrarios, el tono era demasiado violeta, demasiado azul, demasiado apagado, demasiado brillante. Uno incluso le dijo que el añil “no existía como color comercial”, y Rosa estuvo a punto de lanzarle el catálogo a la cabeza.

—¡El añil existe! ¡Lo he visto en sueños! —gritó, mientras el pintor se retiraba con la dignidad de quien ha sido derrotado por una clienta con alma de artista y temperamento de tormenta.

Esa noche, Rosa se encerró en su habitación, rodeada de papeles, muestras, y una taza de té que ya se había enfriado. Encendió la lámpara de escritorio y comenzó a mezclar pigmentos como si fuera una alquimista del color. Azul ultramar con un toque de magenta. No. Azul cobalto con una pizca de gris. Tampoco. Hasta que, por accidente, derramó un poco de tinta de pluma sobre una hoja de papel reciclado. El resultado la dejó sin aliento.

Era eso. El añil que había perseguido durante semanas. El añil que no estaba en los catálogos, ni en las tiendas, ni en las palabras de los pintores. Estaba en su intuición.

Al día siguiente, fue a la tienda con la hoja manchada y exigió que le hicieran una mezcla exacta. El encargado la miró con escepticismo, pero accedió. Cuando finalmente pintaron su habitación, Rosa se tumbó en el suelo, mirando el techo, y sonrió.

—Ahora sí —susurró—. Este es el color de mi calma.

¿Quieres que siga con lo que ocurre después en esa habitación añil? ¿O prefieres que explore el pasado de Rosa y por qué ese color era tan importante para ella?

Rosa pasó los primeros días simplemente existiendo en su nuevo santuario. El color parecía envolverla como una manta tibia, como si las paredes respiraran con ella. Cada mañana, la luz del sol filtrada por las cortinas creaba reflejos que bailaban sobre el techo, y cada noche, el añil se volvía más profundo, casi cósmico.

Pero algo curioso comenzó a suceder.

Una tarde, mientras leía en su sillón favorito, notó que el silencio tenía otro tono. No era ausencia de ruido, era presencia de algo más. Como si el color hubiese despertado una memoria dormida. Cerró el libro y se quedó quieta. Y entonces lo sintió: una emoción antigua, como una canción que no escuchas desde niña pero recuerdas al instante.

El añil no era solo un color. Era el recuerdo de la casa de su abuela, de las cortinas de lino que colgaban en la cocina, del vestido que usó el día que aprendió a andar en bicicleta. Era el color de su infancia, de su libertad, de su primer amor.

Esa noche, Rosa sacó una libreta y comenzó a escribir. No sabía si era poesía, diario o simplemente desahogo. Pero cada palabra parecía brotar del azul profundo de las paredes. Como si el color le hablara.

Y así nació su primer poemario: Añil. Un libro que no hablaba de colores, sino de emociones teñidas de azul. De recuerdos que solo se revelan cuando el alma encuentra el tono exacto.


matale

AUTORA: Matale Arozena

TÍTULO: Añil

Tu piel se fué tejiendo en el origen  y guardó toda tu esencia para eclosionar en forma de viento y mar en el momento que fuiste tú y la vida.

Se cambia de color tu piel,  cubriéndose de pigmentos que aparecen traídos por el aire y se mezclan en una pureza de pinceles que te dan alas.

Hoy tu piel es azul como el añil del mar profundo donde los movimientos no tienen prisa y la oscuridad es luz.

Azul indigo como los puntos que salpican los mares de arena, dando a sus olas amarillas contrastes de vida que camina hacia el horizonte.

Tu azul y tu yo bailan juntos pero pintan en el aire distintos cuadros, a cuál más bello.

  Hasta tu espíritu se vuelve azul al volver a traspasar la luz y fundirte con el aire y el mar que te rodean con una inconsciencia consciente. Sigue volando y tejiendo senderos de color por los que caminar formando parte de la nada y de todo. 

Esta prosa poética fue escrita viendo bailar en azul a mi bailarín preferido y recordando que bailaba ya antes de nacer. La vida es un baile de muchos colores.


AUTOR: José Luis Regojo

TÍTULO: Con Ñ de añil

Un año después de su cuadragésimo cumpleaños, la Maña, mordisqueándose las uñas, se sentía ñoña. Su corazón añoraba los años de antaño, rotos en añicos. 

No obstante, la esperanza le guiñaba el ojo, pues tenía un sueño: el mañana le añadía nuevos planes de cara al otoño con su retoño, un pequeño ángel robusto y de tallo recto como el arbusto añil.
Ante esa situación, el añorado ángel, con cariño, le añadió un susurro: "¡Mamá, cómo añoro el añejo aroma añil de tus besos!".


TERESA

AUTORA: Teresa Terán

TÍTULO: Intenso como el añil

Elena esa chica simpática y un poco tímida, pero al hablarle de pintura se muestra con confianza y segura.

Desde muy temprana edad demostró un talento precoz por el arte, su tía Laura que entendía de arte, la motivo a que desarrollara sus habilidades.

Pasaba horas y horas sentadas frente a un caballete viejo de madera con un taburete, mojando pinceles, trazando un sinfín de líneas y figuras, que con suaves giros trasformaba en paisajes, sin saber lo que saldría… Extraía las figuras que su mente visualizaba. “Era toda una artista".

Hundía el pincel en las paletas con particularidad, se dejaba ir por las emociones a través de los trozos, buscando diversas formas, para despertar nuevas ideas en su “nueva aventura”.

¿Cada cuadro que pintaba tiene una historia detrás? Plasmando sentimientos, experiencias y un amplio espectro de emociones. Por eso sus cuadros tienen esa gama de color azul que traspasa a los demás, ese azul profundo intenso, con matices violetas extraído del añil, donde se siente ese placer de tranquilidad, sabiduría e intuición.

Logro pintar con éxito en un mundo artístico dominado por hombres.

“Hoy” cuanto se sorprendería viendo sus cuadros colgados en los grandes museos de todo el mundo.

AUTOR: Lange Aguiar

TÍTULO: EL VIAJE DE AÑIL Y EL DESCUBRIMIENTO DE SU ESENCIA BLANCA

En la inmensidad silenciosa donde nacen las estrellas, surgió un ser muy especial, una luz de un blanco azulado  llamado Añil. Él se sentía que flotaba, que era una chispa incierta en un cosmos de certezas. ¿Era su brillo azul  un regalo o una carga? Si su propia luz blanca interna no lograba convencerle de su valor ¿Qué podía hacer para entenderse? Y Se puso en marcha. Quería viajar por el universo y a medida que se movía, Añil pulsaba con la energía de un mundo lleno de tonalidades, de colores infinitos. Iba buscando respuestas en cada destello que encontraba en su camino, en cada tonalidad, en cada reflejo. Cuando Añil se puso en marcha, no hubo un adiós, solo una promesa silenciosa al vacío, pues Añil sabía, desde lo mas profundo de su SER que era una criatura de luz nacida para deslumbrar y por eso emprendió su viaje a través del cielo añil que llevaba su nombre, impulsado por la imperiosa necesidad de encontrar un eco, un espejo que le revelara quién era en verdad. Con cada encuentro, su luz vibraba con esperanza, mientras su esencia buscaba reflejos que pudieran validar su existencia. En su travesía, cada color y cada ser se convertían en un fragmento de su propio ser, como si el universo entero intentara ayudarle a descifrar su misterio. No estaba siendo consciente que en él residían todos los colores, todas las tonalidad, pues en él estaba el Todo, aunque su reflejo fuera azulado, solo le daba al blanco mayor brillantez.

En un momento cumbre de autodescubrimiento, Añil se encontró frente a otro Añil como él, un espejo que devolvía su propia luz. En ese instante preciso, una mezcla de asombro y reconocimiento inundó su ser. Era como si todas las dudas se desvanecieran en el aire, dejando solo la pureza de la conexión. La luz de Añil se expandió, transformando todo lo que tocaba, iluminando el espacio que lo rodeaba con una claridad que nunca había experimentado  y que se reflejaba de maravilla, en las tonalidades de su hábitat, el cielo, y en el mar, que era su espejo, pues decidió quedarse a vivir en aquel hermoso planeta llamado GAIA, la tierra, y que otros seres llamaba la Pachamama.

Ahora consciente de su valor, Añil comprendió que su búsqueda no solo era personal, sino que resonaba en el corazón del cosmos, de los habitantes de aquel hermoso planeta. Su luz, que había buscado ser validada, se volvió un faro para otras luces inciertas y así, Añil no solo se encontró, sino que se hizo encontrable. Su luz, ahora se convirtió en un pulso constante  del corazón del universo y  del sistema solar en que tenía su hogar. Añil recordaba a cada color, a cada ser, que la verdadera esencia no se busca fuera, sino que se despierta dentro, lista para teñir el mundo con su propia y única verdad, haciéndolo más luminoso en el blanco de la paz, la verdad, la equidad y la justicia social.

Así, en ese proceso evolutivo, Añil se entrelazaba, con cada corazón que deseaba evolucionar, no como un ser conquistador, sino como un susurro ancestral que recordaba la profunda verdad que sabía que llevaba grabada en su ESENCIA más pura: que somos fragmentos de la misma luz, que nuestra búsqueda es la búsqueda de todos, y que siendo auténticos y escuchando nuestro interior, tejemos el cielo mismo con hilos de pura esperanza. Así, el viaje de Añil se convirtió en un viaje compartido, un testimonio de que, en la búsqueda de uno mismo, se encuentra el eco de toda la existencia, haciendo que cada color, que cada tonalidad, que cada diversidad... sepa, descubra, tome conciencia de  que forma parte del blanco más absoluto del universo en el que habita AÑIL y al final, para que recordaran este signo de vida mas puro con el Blanco Absoluto decide, proyectar parte de su luz transformadora y encarnarse en diversas y  hermosas plantas siendo la mas bella la planta Indigofera tinctoria, y que todas ellas elaboraran esas maravillosas flores  azules,   para producir, en forma química y en pequeñas pastillas de un azul añil inconfundible, o en un maravilloso polvo azul  para que diera  mayor brillantez a las blancas sábanas de sus hermanos terrícolas, les ayudara a elaborar hermosos dibujos, a digerirlos para mejorar sus digestiones, a curar algunas de sus enfermedades, a fertilizar el suelo y a embellecer los rostros de aquellas personas que quisieran usarlo como cosmética... Así AÑIL consiguió que su nombre fuera parte del agua de la limpieza y la transformación, del crecimiento y sanación, de vida y evolución en  la Tierra aunque muchos empezaran a llamarlo Índigo. GRACIAS AÑIL POR SER PARTE DE NUESTRA IDENTIDAD MAS NOBLE y traernos los luminosos niños índigos en esta nueva era.


AUTORA: Marisol García

TÍTULO: En el olvido

Niños que están empezando a vivir.

Bebés adheridos a los pechos de sus madres.

Pequeños ignorantes de su segura muerte.

Todos somos responsables de su final.

Entre sangre, babas, gritos y empujones,

salen a la ventana de su vida,

sin haber tocado antes a la puerta.

Pero…¿qué puerta? Ninguno de ellos lo sabe.

Comienzan a respirar y ya se siente la tragedia.

El desgarrador desespero, juega con sus vidas.

Su madre lo agarra fuertemente y se embarca.

Aventura despiadada para todos,

pero en especial para ella y su pequeño.

En el vaivén del cayuco, grandes olas mojan sus cuerpos.

Ella intenta proteger a su bebé.

Sube, baja, sube, baja. Revuelta, vomita sobre sí misma.

Sigue agarrando fuertemente a su retoño.

Sube, baja, sube, baja. Continúa vomitando,

pero esta vez, no ha conseguido proteger lo suficiente a su pequeño.

Llora ella, llora él. Sus alaridos desenfrenados, se acomodan al desenfreno de las olas.

Llora ella, llora él. Un grito que nos pone el vello de punta.

Perdidos en las profundidades de un intenso mar azul añil.

Olvidados, desaparecidos, ninguneados, sin nombre.

Allí quedan sus sueños, sus esperanzas, sus fuerzas, allí quedan.


JESÚS

AUTOR: Jesús  Abreu

TÍTULO: Añil

Postrada en la cama,

delgado su cuerpo parece que flotara.

Conectada a transparentes vías plásticas

incorpora o excreta fluidos entre gráficas,

pitidos verde-esmeralda y soplos rítmicos

arriesgados, que insuflan aire

hasta sus roncos bronquios;

creando un equilibrio entre límites.

Ahora, este es el mensaje más fiable

de una existencia,

de que aún hay un ser

por estar ahí.

Una entidad que asoma en el azul añil de sus venas,

bajo la levedad de la piel de la frente,

las clavículas y las costillas, las manos,

las uñas y rodillas, los tobillos y pies.

Una vida artificial, que ya no es de ella.

Una vida a traición, apestosa, rancia.

Una vida cara al público, mística.

Una vida estéril, comprimida.

Una dilatación del final, al final.


pilar

AUTORA: Pilar Martín

TÍTULO: Por unos segundos

Ayer fue uno más de sus ayeres

en el largo surco de sus días olvidados.

Inerme su mirada se hundía

intentando atrapar las palabras

que fueron suyas

por una eternidad finita.

El suave añil de sus lánguidos ojos

se quedó anclado

en el fondo del océano de su pasado

buscando a la niña que ahora quiere ser.

Hoy he estado con ella.

Cuando la miro

quisiera derribar esa puerta

que la devuelva al presente

que ya no recuerda.

Hoy he estado con ella.

Por unos segundos,

la magia de su añil iridiscente

me buscó con una sonrisa

y de sus labios escuché:

‘Amiga, te quiero mucho.

Te echo tanto de menos.’


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