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María de la Luz

De pronto aparece una hermosa imagen que me cuenta una historia.

Me llamó la atención el viejo retrato que colgado en la pared alumbraba la sombría estancia, ni las telarañas ni el polvo habían logrado restarle belleza. En él, los rayos del sol esparcidos por doquier matizaban el verde de las hojas, el brillo de las piedras del camino y la feliz sonrisa de los novios.

Ciertamente, esa foto inspiró el siguiente escrito.

He oído que las novias de antes creían arrancarle una ilusión a la vida con sus enlaces nupciales. He oído también, que las jóvenes de antaño soñaban con un vestido, que quizás, se convertía en el único traje elegante de toda su vida. Acontecía, que una boda era el pretexto perfecto para interrumpir la dura vida cotidiana y darle color y alegría a todo un pueblo que vivía con gran entusiasmo tal acontecimiento.

Nuestros ancestros tenían muchos deberes desde muy niños, y conforme crecían buscaban su derecho a la felicidad. Y entonces, para organizar el festejo de un casamiento se contaba con las rosas y las esterlicias de las vecinas del pueblo, con la sombra de la frondosa buganvilla para colocar la mesa nupcial, con la deliciosa y tradicional sazón de quienes, entre amigos y familiares, mejor se les daba la cocina, con las ágiles manos de quienes sabían coser, bordar y zurcir, con la voz de los cantadores y tocadores aficionados de los alrededores, y se contaba también con el marco que brindaba la naturaleza para perpetuar el momento en un retrato.

Me ha contado esta foto que todos festejaron una boda, que esas novias de antes son mujeres de hoy que nos hablan de su empuje, de su determinación, de su compañerismo, de la energía colectiva que era menester emplear para llevar a cabo proezas y hazañas para sortear la vida que les tocó, y para disfrutar de pequeños y esporádicos momentos de felicidad.

A día de hoy, los tiempos han cambiado por completo, transformando los usos y costumbres de la vida diaria de los seres humanos, pero pese a los adelantos de la vida moderna y al avance de la tecnología, el ser humano necesita de la ilusión, del entusiasmo compartido, de las ganas del otro que suman y motivan, de la confraternidad de todos para realizar proezas y hazañas para sortear el camino de la vida, y alcanzar éxitos, eso no cambia, aunque nos empeñemos en creer lo contrario y en rendirle culto al individualismo, derrotero al que nos lleva, entre otras cosas, la comodidad y el materialismo de la vida actual.

En definitiva, me ha contado esta foto en una hermosa imagen que evoca tiempos pasados, lo que no debemos olvidar si queremos un futuro mejor, y que el legado de ellos, nuestros antepasados, es precisamente ese, lo que no debemos olvidar.

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