Empezaré hablando de una mujer pionera: Mary Wollstonecraft y la Ilustración.
Mary Wollstonecraft, pertenece a la Ilustración Inglesa, nace en 1759, hija de un alcohólico violento, que la aterroriza en su infancia. Ella tendrá toda la vida una gran frustración afectiva y un enorme sentido crítico hacia la institución familiar. Posiblemente estas vivencias influyeron en su espíritu de lucha contra la sociedad patriarcal y en defensa de la dignidad y la justicia para las mujeres. Su obra fundamental es “Vindicación de los derechos de la mujer” publicada en 1792, es considerada como la primera obra feminista. Su hija Mary será la autora de “Frankenstein o el nuevo Prometeo”.
Entre las críticas que hace a la sociedad patriarcal habría que resaltar la condición de objeto de propiedad que adquieren las mujeres en el matrimonio y su eterna minoría de edad que es facilitado por el deseo exclusivo de ser amadas, inculcado en ellas desde la infancia. Respecto a las propuestas y reivindicaciones de W. todas están encadenadas y tienen un punto de partida, que es el derecho a la educación y el desarrollo de las capacidades intelectuales y un punto de llegada, que es la independencia y autonomía para ser sujetos de igual consideración. Mientras esto no ocurra no estaremos ante una democracia que merezca tal nombre. M. W. critica duramente la filosofía de Rousseau por su contribución a la ideología patriarcal que considera a la mujer un ser inferior cuya misión es agradar al hombre y procrear y cuidar a la prole, sin ninguna otra prerrogativa. Por esto alerta a las mujeres de las trampas del amor. Por último, subrayaré la defensa de los derechos de ciudadanía que M. W. Reclama para las mujeres, el derecho a la educación paritaria, el derecho al trabajo y la independencia económica y el derecho a la participación ciudadana y al voto. Para decirlo con sus palabras:
“La conclusión a la que quiero llegar es obvia. Hacer a las mujeres criaturas racionales y ciudadanas libres”.
La Ilustración fue el punto de partida de la lucha por la igualdad que cristalizó en la sociedad democrática y que permitió a las mujeres tomar conciencia de su situación y actuar en consecuencia. Así pues, desde el S- XVIII empiezan a escucharse voces de feministas que reivindican los derechos cívicos y humanos para las mujeres, que deben tenerse en cuenta en toda democracia. En este sentido podemos recordar a Olimpia de Gouges, mujer que participó activamente en la Revolución Francesa, y que pretendió que los derechos del hombre y del ciudadano, se aplicaran a la mujer y ciudadana. Osadía que le costó la cabeza, fue guillotinada el 3 de noviembre de 1793. Su obra crucial: Declaración de los derechos de la mujer y la ciudadana había sido publicado en 1791. En esta obra declara que si no acaba la discriminación sobre las mujeres la Revolución habrá sido inútil, porque la mitad de la sociedad habrá quedado fuera del proyecto igualitario. La gran contradicción de la Ilustración fue declarar la igualdad de derechos entre los hombres y seguir manteniendo criterios de desigualdad y opresión sobre las mujeres.
En el S- XIX comienza ya un movimiento organizado de mujeres en defensa de sus derechos a la igualdad de consideración y de oportunidades. La primera gran batalla se libró por el derecho al voto. Porque ese era el pasaporte para ser consideradas oficialmente ciudadanas, sujetos de derechos y no sólo objetos de intercambio. Paralelamente al Movimiento Sufragista, la ideología patriarcal se reforzó con los ideales del Romanticismo, que proclamaban la delicadeza, la fragilidad, la belleza y la sublimidad de la mujer, a la que situaban en un pedestal, para ser adorada por los poetas y encerrarla, de nuevo, en la trampa de la feminidad como sentimentalismo. Mientras se mantenía la desigualdad cívica, inadmisible en una sociedad democrática. Esta píldora dorada y envenenada del halago a la mujer fue parte de la estrategia patriarcal para reforzar la ideología de que la mujer pertenece al ámbito de lo privado y doméstico y que su vida está condicionada, de forma natural, hacia el servicio a los demás, a través del matrimonio y la maternidad. El amor, según esta ideología, es el verdadero trabajo de la mujer. A pesar del refuerzo de los valores patriarcales, los grupos de mujeres feministas siguieron resistiendo, aunque en condiciones bastante adversas.
A finales del S- XIX las luchas por el derecho al voto se han vuelto violentas y muchas mujeres serán encarceladas, o muertas en alguna manifestación.
En el S- XX a consecuencia de la 1ª Guerra Mundial, (1914- 1918), se necesitará mano de obra en abundancia, con lo que las mujeres son incorporadas al trabajo público, en las fábricas, en los hospitales, en las escuelas, en el comercio, en la administración, etc., en todas partes hacía falta personas con capacidad de trabajar. Y, según parece, lo resolvieron estupendamente. Se demostró en la práctica que eran tan capaces como los hombres. Pero una vez terminada la guerra, se despidió masivamente a las mujeres para volver a contratar sólo a hombres. Y una vez más se argumentó que la actividad propia y natural de las mujeres es agradar a sus esposos y cuidar y amar a los hijos, a tiempo completo y sin remuneración alguna. Esta vuelta al servicio doméstico, en nombre de la naturaleza, se recibió con disgusto por parte de muchas mujeres y el movimiento feminista de defensa de la igualdad
de oportunidades se reforzó. Todavía seguía siendo un movimiento minoritario, pero cada vez se planteaba con más claridad la injusticia de la situación, antidemocrática, desde un punto de vista teórico y práctico. Poco a poco el movimiento feminista fue extendiendo el sentimiento de discriminación y opresión de las mujeres y su lucha por el derecho al voto, a la educación y al trabajo fuera del hogar. en definitiva, a ser un sujeto de igual rango que los hombres.
Con la 2ª Guerra Mundial, de nuevo se incorpora la mujer a los trabajos tradicionalmente masculinos. Y de nuevo demuestra que es totalmente capaz. Con el triunfo de la democracia y la derrota del fascismo y el nazismo, en casi toda Europa, España será una excepción, y gracias a la lucha feminista, se extiende el derecho a la educación secundaria y universitaria para las mujeres, y se empieza a conseguir, en algunos países, el derecho al voto. Las mujeres empiezan a tener acceso a determinadas profesiones: magisterio, enfermería, administración, hostelería, comercio, fábricas, etc. Y, aunque en poco número, empiezan a surgir mujeres en profesiones liberales de grado superior. Con la creciente incorporación de la mujer al mundo laboral se produce la discriminación en el salario. Los hombres cobran más por realizar el mismo trabajo. Con lo que surge, en el movimiento feminista, la consigna “A igual trabajo, igual salario”, que todavía hoy sigue sin cumplirse del todo.
Pasada la 2ª mitad del S- XX, las mujeres se organizan en asociaciones para la defensa de sus derechos, constituyendo lo que se ha llamado la 2ª ola del feminismo. Este movimiento que comienza en los años 60 en Europa y Norteamérica, llegará a España a mediados de los años 70. En Canarias se hace la primera asamblea constituyente en abril de 1975. Se produce una época de luchas constantes en las calles, en la prensa, en las universidades, en los centros de trabajo, en los partidos políticos, etc., con el denominador común de defender la igualdad de derechos y de oportunidades para los dos sexos. Es decir, de defender la democracia plena. A pesar de que la represión de los gobiernos fue muy dura contra estos movimientos, no pudieron parar el empuje y la fuerza que tenían, y poco a poco se fue consiguiendo la casi equiparación de los derechos legales. De tal manera que hoy podemos decir que casi no existe discriminación por razón de sexo en las leyes. Pero en la aplicación de esas leyes todavía quedan muchas deficiencias. Y en el terreno de los valores y los hábitos cotidianos, falta mucho por hacer.
He querido hacer un breve recorrido histórico, para no olvidar que todos los derechos que se han conseguido en el terreno de la igualdad de oportunidades se han hecho con lágrimas, sudor y sangre, por parte de las mujeres. La sociedad patriarcal no ha regalado nunca nada. Es interesante no olvidarlo porque todavía queda un largo trecho por recorrer y si no lo hacemos las mujeres no lo hará nadie.
En el próximo artículo seguiré analizando temas que siguen pendientes de solucionar en nuestra democracia respecto al feminismo.
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