Las historias se van armando con las vivencias compartidas oralmente, como el ejemplo que ofrecemos más adelante, con los documentos que vamos encontrando y aportamos para sostener la veracidad de los árboles genealógicos.
También nos encontramos con épocas históricas que utilizan las huellas de nuestros antepasados para excluir y discriminar, como fue a partir del siglo XV, tomando un papel importante La Santa Inquisición Española creada en 1478, abolida por Napoleón en 1808 y finalmente en las Cortes de Cádiz en 1813.
Cuando no estamos en sintonía con algún miembro de nuestra familia, antepasado o descendiente, algunas personas quisieran poder eliminarlas de su árbol genealógico. ¿Es posible?, ¿es conveniente?
Buscar en nuestro árbol genealógico figuras que nos gusten y nos atrape su historia es lo más común, por ello, animo a crear árboles rigurosos y amplios que seguro encontramos mucha inspiración de vida.
TRANSMISIÓN DE APELLIDO SIN ADN
Para una rama familiar, lo común es transmitir el apellido de generación en generación y en tiempos más cercanos que sea el apellido aportado por el hombre el que se transmita. Cuando nos encontramos situaciones anómalas o curiosas en árboles genealógicos, esa curiosidad nos lleva a querer saber la historia familiar de ese linaje.
El caso que nos ocupa, arranca en la isla de La Gomera, esa mágica isla canaria, que tantas historias ha exportado más allá de sus límites geográficos.
El apellido DORTA, según el Instituto Nacional de Estadística INE Existen en España 5.195 personas que lo portan como primer apellido, y como segundo son 5.333. Las 129 personas que lo portan en primer y segundo apellido, están situadas geográficamente en la provincia de Santa Cruz de Tenerife.
Sus orígenes se remontan a portugueses y gallegos que desde la península ibérica se instalaron a las Islas Canarias, en algunas publicaciones lo relacionan directamente con los nativos guanches.
Sin profundizar en el origen del mismo, lo que sí vamos a desarrollar es la evolución de una familia asentada en la Isla de la Gomera.
El matrimonio Dorta-Damas de La Gomera tuvo 14 hijos, 4 de ellos murieron siendo neonatos, y sobrevivieron 10, 5 varones y 5 mujeres.
Ya sabemos que las mujeres, salvo las madres naturales, no trasladan su apellido a generaciones posteriores, se pierde el apellido. Y es el caso que le ocurre a las cinco hijas de Domingo Dorta y Candelaria Damas.
La curiosidad aparece en los varones, aunque algunos de ellos tuvieron descendientes varones, no tienen descendencia masculina de consanguinidad, que traslade el apellido, uno de ellos no tuvo hijos y el resto fueron mujeres.
El hijo Zoilo Modesto Dorta Damas y su esposa, ante la imposibilidad de tener descendencia, se plantean adoptar. Se trasladan a un país extranjero y forman familia con un varón de 2 años de edad en ese momento, con lo cual el nuevo miembro de la familia se apellida Dorta Sánchez, de nombre Miguel Ángel.
Miguel Ángel tuvo tres hijos varones: Miguel Ángel, Luis Miguel y Alejandro.
Es su primogénito, Miguel Ángel, quien le pone a su hijo el nombre del abuelo, Zoilo.
Esta rama familiar perpetúa el apellido Dorta. Aunque su ADN, tiene ausencia de la de sus antepasados.
Debemos destacar la capacidad investigadora de don Miguel Ángel Dorta Sánchez, para encontrar sus orígenes genéticos al otro lado del mundo, lejos de las Islas Canarias. Así como, dignificar sus raíces con su familia, su nieto lleva el nombre de su padre. Ha sabido abrazar y respetar tanto su ADN como su familia de adopción.
Quien me relata esta historia familiar, lo hace desde un inmenso cariño y respeto a su linaje. No es de extrañar, ya que el matrimonio Dorta-Damas supo “enseñar” bien a sus hijos y nietos.
PERSEGUIR LA VERDAD DE LOS LINAJES
Las limpiezas de Sangre- La limpieza de sangre fue un sistema que funcionaba como mecanismo de exclusión social y legal en la Península Ibérica, excluyendo a los conversos y personas de origen no europeo generalmente. Estuvo presente en los siglos XV al XIX.
Consistía en la exigencia de demostrar su ascendencia “limpia” de antepasados judíos, musulmanes o conversos para acceder a ciertos cargos públicos, órdenes religiosas, gremios y otras instituciones. Este requisito, que se manifestaba en estatutos y pruebas documentales.
Los estudios sobre este particular, ofrecen dudas sobre dichas limpiezas. Se pone entredicho títulos nobiliarios obtenidos por este sistema, si nos trasladamos a esa época histórica con la expulsión de los judíos en 1492, es fácil pensar que los documentos aportados eran falseados, ya que debían acreditar la ausencia de antepasados de origen no cristiano.
Son los judeo-conversos los más afectados y perseguidos aún a pesar de invitarles a renunciar a su religión y adoptar la que imperaba en ese momento, que era la católica.
PODAMOS RAMAS DE ÁRBOLES GENEALÓGICOS
Nos preguntan, no sin alguna sonrisa irónica, si podríamos podar ramas de nuestro árbol genealógico, y si algo tiene la investigación seria y verás es que no se cambian ni datos ni la realidad de los protagonistas de cada árbol estudiado.
Otra cosa bien distinta es que quieras ocultar o negar algún miembro de tu árbol genealógico, en este particular lo de cerrar los ojos pensando que no están ahí, es erróneo, ya que están y además no es cuestión de gustos particulares “podar” su existencia pasada o presente.
Al igual que un estudio genealógico no tiene fin, poner un “visillo” por muy ligero que este sea, no es conveniente.
LAS ALEGRÍAS QUE ENCONTRAMOS
Existen verdaderos regalos en forma de información en la investigación, los pequeños descubrimientos son los que hacen fortalecer y crecer nuestros deseos de seguir rellenando las historias de vida de nuestros ancestros.
Cuando encontré la edad en que mi abuela paterna murió, comprendí los sentimientos que albergaba mi corazón por ella. Tenía tan solo veintidós años cuando dejó de existir, atrás quedó un esposo que le recordó y respetó hasta que él también se fue, un hijo de apenas tres años cuyo físico le delata del clan familiar al que pertenece, y una nieta que lleva su nombre. Mi abuela Antonia rellena nuestra rama familiar llenándola de luz y alegría, sus veintidós años dejaron tan fuerte arraigo que pareciese que está presente en cada rincón del barrio de Santa Ana, en cada fiesta de la Virgen, en cada recogida de papas y cebollas recordada por mí.
Vale la pena contar, transmitir la historia de vida de nuestros ancestros, de todos los que forman nuestro árbol genealógico, siempre habrá alguien que sepa valorar en su justa medida, sin faltar a la verdad su historia de vida.
Antonia Marrero Fariña (Candelaria 1924-1946), hija de Pedro Antonio Marrero Fariña y Gregoria María Fariña Mesa. Casada con Claudio Pablo Alonso Pérez (Candelaria 1914-1990) tuvieron dos hijos; Elías Pablo y Domingo. Imagen del archivo familiar de la autora.
Si ha gustado este artículo, puede leer mi artículo anterior: Empezar a investigar
https://www.ine.es/widgets/nombApell/index.shtml
https://repositorio.unican.es/xmlui/bitstream/handle/10902/1481/Su%C3%A1rez%20Ruiz%2C%20Mar%C3%ADa.pdf?sequence=1
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