Un árbol con un extraño fruto en un descampado de Guamasa.
Damián H. Estévez
Damián H. Estévez

Ciertos árboles en Lotavia producen frutos extraños. Encontrarlos no depende de las estaciones o las comarcas, sino del humor de quien los busca. En realidad, no se pueden buscar, sino que son ellos los que te encuentran, como triunfos de un lance de azar que salieran condicionados por el estado de ánimo del jugador.   

Por ejemplo, puede ocurrir que una mañana de invierno salgas eufórico de tu casa porque has soñado con un futuro promisorio y, al pasar junto a ese árbol que ya perdió todas sus hojas, veas brotar de sus ramas multiplicidad de boliches de colores que resplandecen al sol, que se van hinchando y que terminan por estallar como burbujas de jabón. En cambio, este mismo árbol podría mostrarte una bicicleta o una tiradera atrapadas entre sus ramas si el sueño te ha sumido en la tristeza, como una señal de que debes huir de ella o agredirla con piedritas.

Entiende que lo del sueño es un ejemplo, como te he dicho, no vayas a pensar que solo te sorprenderán estos árboles si recuerdas el sueño que te ha producido desazón o dicha. Tampoco es más que un suponer la estación que te he mencionado, o que se trate de un árbol cercano a tu hogar o que carezca de hojas; boliches, bicicletas o tiraderas que surgen entre las ramas no dejan de ser visualización de algún concepto surrealista. Te podría suceder en cualquier otra circunstancia diferente a éstas, que te he contado para ilustrarte llevado por mi propensión a transitar entre lo abstracto y lo concreto, cosa por lo demás difícil de conseguir cuando se trata de explicar la singularidad de estos sensibles árboles lotavianos.