Mi casa es un asco. Me refiero a la suciedad.  Ya no soporto  tanta guarrería. O quizá sí. Un día más, ¿qué puede pasar?  Al menos hay algo que llama mi atención al entrar: las aulagas de mis pelos caídos y el polvo acumulado desde tu partida. Esos ácaros que dan vueltas y revolotean mecidos por la brisa que provoca la ventana abierta, frente a esa puerta que me da permiso para entrar a una cueva vacía de tu presencia.

¿Qué importa un día más sin pasar la mopa por el marmóreo y frío suelo? Frío como el apartamento que extraña tu “silencio”, aquel silencio que salía de tu trompeta y que tocabas como nadie. Ahora, solo queda mi silencio y mi nostalgia. El recuerdo de mis risas al ver tu pelopincho descolocado por las mañanas; nuestras miradas cómplices y cálidas. La botella de vino inacabada, testigo mudo de nuestro último brindis. A ella, también, la han invadido los ácaros hasta ocultar su color verdusco.

Mi casa es un asco, y lo de menos es el polvo acumulado en los muebles o la roña que tapiza la bañera y el lavamanos como una segunda piel grasienta y grisácea. Los platos, que se amontonan en el fregadero, dejaron de llamar mi atención hace tiempo, hartos de mi pasotismo y mi desgana.

Me niego a lavar las sábanas y tu toalla. Es lo único que aún conserva tu olor y mi olor enhebrados con noches de sexo enamorado, con abrazos y besos húmedos sobrados de pasión. Todavía no estoy preparada para renunciar a lo que queda de ti. Aún no.

No he vuelto a usar mis pijamas. Me gustan tus camisas. Me dan parte del calor que me falta, sobre todo en las noches de víspera, como hoy. Dos meses y veintinueve días sin ti. Tres meses hará mañana; habrán pasado noventa días con sus noches duplicadas desde que la chivata caja negra del avión daba cuenta de tu último fallo humano. 

Buenas noches pelopincho. Buenas noches mi amor, allá donde estés, descansa. Te lo prometo: mañana limpio.

Relatos breves para parejas aburridas o relatos aburridos para parejas breves, (2018). Editorial Lozano Latorre.