Si hay un género escaso, por no decir casi inexistente en la literatura española en general y, en la canaria en particular, es el de memorias y autobiografías.
Hay una cierta costumbre que encumbra a la novela, prestigia a la poesía, admite el relato como un mal menor y la minificción como una palabra fugaz y, sin embargo, destina indiferencia al origen de casi todos ellos; el que viene de la memoria propia y de las biografías personales y emocionales, el punto exacto en el que se genera buena parte de la literatura y con ella el conjunto de sus géneros.