El barquero del silencio de María Ángeles Carretero Casar

Las aguas del río fluyen formando parte de un todo, cataratas, lagos, mares…, nos hablan y nos cuentan bonitas historias si sabemos escuchar. Esta es la historia de un hombre que vivía en la ribera de un río, rodeado de altas montañas de cumbres nevadas. Su cara estaba bronceada por el sol, marcada por arrugas de felicidad y sabiduría y sus ojos brillaban con mirada clara y serena.

Los sonidos de El cuarteto del sur de Maca Martinon por Felicidad Batista*

Debo reconocer que para mí fue un placer presentar la segunda novela de Maca Martinon, El cuarteto del sur. Después de haber leído La Laguna es ella y que tan favorable impresión me causó.  Posteriormente, coincidí con Maca en clubs de lectura y en alguna presentación de libros. Ahora, además, somos compañeras en la misma antología Generación 21: nuevas novelistas canarias.

Espejismos en rosa y amarillo* de Alicia Contreras García por Felicidad Batista

Si hay un género escaso, por no decir casi inexistente en la literatura española en general y, en la canaria en particular, es el de memorias y autobiografías. Hay una cierta costumbre que encumbra a la novela, prestigia a la poesía, admite el relato como un mal menor y la minificción como una palabra fugaz y, sin embargo, destina indiferencia al origen de casi todos ellos; el que viene de la memoria propia y de las biografías personales y emocionales, el punto exacto en el que se genera buena parte de la literatura y con ella el conjunto de sus géneros.

Marcas sin heridas de Tania Ramos Morales

-¡Ya llegó! ¡Pero...si es una vieja!-gritaba a voz en cuello Pepe, el Duro. -¿Y qué pensabas?... ¡Qué chasco!-le contestaba, Juan.  -¡Allá los que se hicieron ilusiones...!-decía otro. …Eran las exclamaciones que se oían desde las celdas.      Iba a cumplir un año en aquella prisión. Un grave error  me condujo  hasta allí. Compartía mi vida desde entonces con psicópatas, drogadictos, homicidas...    

La flor de Isa Hernández

Ella esperaba la flor que cada año su amado le regalaba por el día catorce de febrero. Ni una sola vez falló durante tanto tiempo compartido. Como todos los día, la despertaba la pálida luz que entraba a rayas por su ventana cuadriculada, y enseguida su pensamiento voló al tiempo del ayer, cuando no solo le regalaba la flor, sino la risa, la alegría y la fiesta.