una-nota-en-el-parabrisas

 

 

 

 

Hoy al subir al coche me di cuenta de que alguien había dejado una nota sujeta al limpia parabrisas. Sentí un pellizco interior y pensé en ti. En esa milésima de segundo en la que nos pasan un montón de cosas por la cabeza ante un acontecimiento inesperado, pensé en todas la veces que me sorprendías con notas de amor. Quizás querías regresar y tu manera de hacérmelo saber era dejándome aquel papel de color blanco con un ligero doblez, que yo miraba fijamente desde detrás del volante.

Estaba mojado. Justo un minuto antes, al salir de casa, pensé que había sido un acierto dejar el coche fuera para que la lluvia se llevara toda la tierra que habitualmente nos llega desde tierras africanas. En ese momento también pensé que no podía ser coincidencia, porque de haberlo dejado en el garaje tú no habrías podido dejar aquella nota que solo podía significar tu deseo de volver a casa. Así me decías siempre, que volver a mi era como volver a casa, aunque no fuera la tuya.

Salí del coche. Recordé que necesitaba cambiar los limpia parabrisas desgastados por el tiempo. Saqué con cuidado el papel húmedo que probablemente solo contuviera dos palabras. No hacían falta más para reconstruir las ruinas de nuestra historia.

Me senté nuevamente detrás del volante pensando que tendría que comprarme un vestido bonito para salir a celebrarlo juntos. Abrí el papel lentamente, sabiendo que después de leerlo nada sería igual ...

No era tu letra. Aquellas palabras tampoco eran tuyas. La nota no era para mí, o quizás sí, pero podría haber sido para cualquiera; para la vecina del segundo o el señor del taller de enfrente. Cualquier destinatario era válido. Efectivamente, después de leer aquella nota, nada será igual porque entendí que tus notas no volverán a ser para mí, pero sobre todo recordé que lo mejor que puede sucederme es precisamente eso.

Arranqué para seguir con mi vida, conmigo, sin ti, pero con el coche limpio.