Meteorito
Ruben-Mettini
Rubén Mettini

El relato La visita del meteorito pertenece al libro Variaciones sobre temas de Rene Magritte, aun inédito. El óleo que dio pábulo a este relato se llama El aniversario y Magritte lo pintó en 1959

 

 

La visita del meteorito

Un meteorito cayó del cielo y entró por la ventana del taller. El escultor vio sepultadas sus figuras de yeso bajo el peso de la piedra. Y como no consiguió moverla, ni expulsarla, se puso a labrarla.

   El meteorito tenía una forma escarpada, ligeramente esférica, con una joroba que sobresalía por entre los vidrios rotos de la ventana.

   El escultor entraba, con dificultad, en el taller y, paciente, iba quitando aristas, tallando ángulos abruptos. Esculpía superficies altas y horadaba valles.

   Por el marco de la ventana, a mediodía, desfilaba una hilera de caracoles que, plegando y desplegando sus antenas oculares, reconocían la tersura que adquiría la piedra. Y él, meticuloso, grabó los polos y trazó los trópicos. Perfeccionista, pulía la superficie para que aquel territorio fuese una meseta y que aquel otro, iluminado por el sol de la ventana, pareciera un bosque tropical.

   Luego con óleos coloreó los mares. Puso rojo en un gránulo de la roca para que se semejase a un menudo volcán.

   Y cuando pintaba de blanco los círculos polares notó que la hilera de caracoles del marco de la ventana dirigía su camino hacia aquel bosque tropical.

   El escultor cayó a los pies de la piedra, intentando cerrar con una línea nívea el polo sur que se apoyaba sobre el piso. El pincel cayó de las manos exhaustas y él alzó la cabeza para mirar su obra.

   Se quedó embelesado contemplando el universo que había creado, paciente, dentro de su taller.

   Los caracoles se sintieron agradecidos por ese nuevo mundo que el escultor había hecho para ellos. Se desplazaron en fila, poco a poco, hasta el ecuador y allí fueron dejando sus rastros de baba, formando una imagen brillante.

   El escultor siguió la lenta danza de los moluscos y quiso descifrar el dibujo que esos seres se esforzaban en realizar. Y cuando aquel día el sol se ocultó, la baba lúcida mostró la imagen de un hombre, con un buril, tallando la piedra.

   Para el escultor aquello era un homenaje de esos seres por el universo que les había creado. Para los caracoles la imagen fue el principio. Luego dejaron figuras parecidas, hechas de baba, en otras zonas del planeta. Ellos habían descubierto la religión y, representando a su dios, perfeccionaban un arte rudimentario.

El aniversario, 1959