A mis jinetas
Sangrando está la herida
que provoca tu ausencia,
sangra como ese drago
al que arrebatan sus coriáceas hojas
ya casi muertas.
Sangrando está el poema,
sus versos se derraman
sobre el oscuro asfalto
y son llama encendida
en mi noche cerrada.
Sangrando está la alondra
que ha perdido sus alas al chocar
-intempestivamente-
contra los vidrios mojados por la lluvia.