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Asunción Cívicos Juárez

 

 

 

 

Lunes, 15 de octubre de 2012   

“El martes 13 de noviembre, cuando salgas

de clase, no cojas el tranvía, espérame en la

 parada Campus Guajara. Llegaré sobre

las dos y media de la tarde”.

¿Espérame? ¡No entiendo nada! ¿a quién tengo que esperar? Y…¿cómo ha llegado a mi agenda esta misiva sin nombre? Odio las notas anónimas, especialmente si no están manuscritas.

Hoy he salido de clase como entré, peor…he ido a calentar el asiento. Mi cabeza no se ha separado un instante de la nota que recibí, no me concentro por más intentos que hago.

¿El 13 de noviembre? Sea quien sea no tiene ni idea de la fuga y desde luego no es estudiante, no de La Laguna. Tengo que hablar con Germán y preguntarle si hay algún modo “informático” de averiguar la procedencia de este mensaje.

Martes, 16 de octubre de 2012   

Me gusta ir al asilo cada jueves y viernes caminando desde mi casa, en la calle Heraclio Sánchez esquina con la calle Barcelona. Vivo en una de las zonas más ruidosas, lo sé, pero ya me acostumbré al bullicio de la gente en su intermitente ir y venir, al rumor de los coches, al tubo de escape de las motos, a las voces nocturnas de estudiantes que como a mí, les gusta celebrar la vida y tomar unas copas de vez en cuando. En ocasiones incluso algo más fuerte. Los fines de semana me gusta callejear, especialmente por la calle Heraclio Sánchez en el punto que pierde su nombre al llegar al cruce de Herradores para convertirse en la peatonal Viana. Disfruto observando las casas de una planta, con su tejado a dos aguas, convertido en improvisado jardín por los fotogénicos verodes que lo habitan.

Compartir mi vida lagunera con Vanesa, a punto de acabar su carrera de Biología; Yasmina, en tercero de Fisioterapia y Germán, que siempre tuvo clara su inclinación por la Ingeniería informática, es una de las mejores cosas que me han pasado desde que llegué a La Laguna. Formamos un cuarteto muy particular y bienavenido. Mi madre dice que tengo mucha suerte, y es cierto, aunque es una suerte muy currada y ganada a pulso. Que nadie se engañe, la suerte hay que trabajársela.

Jueves, 18 de octubre de 2012   

Qué calor más extraño!, si al final van a tener razón los que no paran de hablar del cambio climático. El verano se empeña en usurpar su espacio al otoño y amenaza con reducir a dos las cuatro estaciones que inspiraron a Vivaldi. Hoy es mi tercer día de Prácticas de Trabajo Social y debo esperar por la profesional para iniciar mis tareas. Aquí estoy, en el Asilo que hay cerquita de la Plaza del Cristo. No sé si he llegado demasiado pronto o es que la trabajadora social se está retrasando. ¡Claro, ahora caigo! El jueves pasado me dijo que antes de venir al despacho debía resolver un asunto familiar, no propio, sino de una de las residentes, la Sra. Carmen, así que mientras llega, aprovecho para seguir con mi diario.

Como decía, estoy en el asilo. Lo llaman Hogar del Santísimo Cristo de La Laguna, pero nada más entrar, te das cuenta de que el adjetivo “hogareño” no encaja en su descripción. La dimensión de sus espacios, la cantidad de viejitos sentados durante horas en la perfecta alineación de sus sillones sin poder verse las caras y en actitud de paciente espera. El escrupuloso orden y limpieza que se respira. La organización institucional más atenta a los derechos laborales del personal que a satisfacer intereses y deseos de quien reside… Muchas normas y poca libertad… La TV funcionando ante la general indiferencia de hombres y mujeres que otean horizontes pretéritos y reflejan, desde el complejo mapa de sus rostros, la larga y laboriosa vida que han llevado. No me parece, precisamente, un hogar acogedor y no me gustaría que mis abuelos terminaran aquí sus días, aunque es de justicia reconocer, que sigue siendo una opción muy solicitada y bienvenida para quien no tiene a nadie, para quien vive en habitáculos que no merecen el nombre de vivienda y que a duras penas consigue un plato de comida caliente al día.

Me ha costado, pero ya voy entendiendo lo que nos decía la profe desde el principio, desde las primeras supervisiones de las prácticas y desde las primeras clases teóricas, para contextualizar, como le gusta decir a ella. Para comprender con la mayor profundidad posible, la praxis desde sus fundamentos teóricos.

Los primeros días me parecía un coñazo ¡Qué pesada con su insistencia en que observáramos con atención todo lo que ocurría en el “Hogar” y que lo hiciéramos “a través de la lupa luminosa y reflexiva de las lecturas recomendadas” pongo la frase literal, pija, como ella habla. Tengo que ir a la biblioteca y sacar los libros que nos recomendó: Goffman, Barenys, Bazo y,…unos cuantos más.

Tomo buena nota de la síntesis que hizo la profe, o más bien de las cosas que me sorprendieron. De Goffman, su investigación sobre los internados o instituciones totales; de Pía Barenys, la percepción de control que tienen sobre su vida las personas mayores ingresadas en residencias y, la relación directa existente entre dicho control y su longevidad y calidad de vida. De Simone de Beauvoir, su ensayo sobre la vejez, antiguo pero aún vigente; de Teresa Bazo, sus esfuerzos por demostrar la cantidad de cosas positivas que las personas mayores aportan a la familia y a la sociedad en general. Deepack Chopra con su mirada integradora entre Oriente y Occidente y su defensa de la reversibilidad de la vejez…me desconcierta. A mí, por mucho que me lo explique la profe, se me escapa la verdad… Yo lo único que veo es que mi abuela está cada día más viejita, más achacosa, más olvidadiza. Ayer sin ir más lejos, por primera vez en 23 años, se olvidó de felicitarme por mi cumple. Un disgusto, la verdad. Es mi abuela preferida y ha vivido con nosotros, mis padres y mis tres hermanos, desde que usaba chupete y me comía los mocos si nadie lo remediaba. Y solía remediarlo ella precisamente, mi abuela Encarna.

Viernes, 19 de octubre de 2012

Volviendo a las aportaciones que hacen los mayores…. Es sorprendente por desconocido. La gente debería saber que los viajes del IMSERSO sirven para mantener y crear empleo, que muchas familias viven gracias a la pensión de los abuelos, que muchas parejas pueden tener hijos porque cuentan con los padres que hacen de canguro, que muchos hijos divorciados vuelven a la casa de sus padres ya mayores,   que, que, queeee, ….. que ahora tengo que soltar mi diario. Llega Marián, la trabajadora social.   

 

Ha sido un día intenso, agotador. Hoy hemos tenido dos ingresos en el asilo con todo el despliegue protocolario que conlleva (alojamiento, entrevistas, atención a la familia y a los nuevos residentes…). Estoy encantada por todo lo que aprendí hoy y cuanto más conozco este trabajo, más admiro a Marián.

… Echo de menos a mis hermanos pequeños y a mi perro Zoylo. Menos mal que conseguí billete de avión para irme de finde a Lanzarote. Casi dos meses sin ver a los míos…¡demasiado tiempo! Y demasiado tiempo también, sin pasear por Arrecife…por mi isla. Siempre he oído en casa, la fortuna de haber tenido a César Manrique y los lamentos por haberlo perdido tan pronto y porque su influencia no llegara a más rincones del archipiélago ¡Totalmente de acuerdo!

Martes, 23 de octubre de 2012

Hoy ha regresado de Roma Marietta Boffeti, una de las dos alumnas Erasmus italianas. Confieso mi admiración por ella. Trabajo Social es su segunda carrera, después de Antropología. Es valiente, extrovertida y osada. Aunque tiene buena relación con su familia esto no le impide viajar, estudiar en otro país, conocer gente nueva. Tiene carisma y un saber entrar que se gana a la gente sin pretenderlo. Tiene a todos los tíos de la clase babeando embriagados por sus andares. Sobre todo Iván, un manojo de hormonas incontroladas que está loco por meterse en sus bragas y no salir…

¡Vaya!, oigo a Germán llamando a ocupar la mesa para cenar. Esta semana le tocó a él. Yo tengo el turno de friegaplatos. La verdad es que somos muy organizados. Tenemos un planing semanal de las tareas domésticas que no nos saltamos para no cumplir con el castigo que nos hemos puesto de manera consensuada: quien se salta una tarea, la repite durante una semana, ración extra. No compensa… ya voyyyyy…¡uf, qué prisas, por Dios!

Tengo que buscar en internet qué es esto del “cohousing”. Hoy la profe nos habló de CanariasCohousing, una asociación de personas que quieren envejecer juntas de manera activa y colaborativa. Existen, desde hace muchos años, experiencias de este tipo en Europa, EE.UU. y, más recientemente en España, pero esta es la primera iniciativa en nuestra Comunidad Autónoma. Implica un estilo de convivencia alternativo a las residencias convencionales, autogestionado y construido colaborativamente, donde coexisten espacios privados para vivir con independencia y espacios o servicios compartidos. A mis padres les gustará la idea.

Jueves,  25 de octubre de 2012

Hoy he tenido un encuentro que me ha quedado grabado en la piel. Fue esta misma tarde, iba con Germán al encuentro de Yasmina, Vanesa y su primo Luis. Habíamos quedado con ellos en el Café Venezia, y allí dirigíamos nuestros pasos cuando nos cruzamos en la calle Juan de Vera, con una joven madre que empujaba una sillita vacía y que seguía de cerca los pasos de un niño, sin apartar de él sus protectores ojos. Toqué la infantil cabeza con un suave gesto que impidiera desestabilizar su marcha, no tanto por exceso de velocidad como por diferencia de tamaños. Breve pero intenso cruce de miradas. Germán y yo seguimos con nuestra charla avanzando hacia la Plaza de la Concepción. Volví mi cabeza para ver, con asombro, cómo intentaba seguir nuestro paso y alargaba su brazo para alcanzar mi mano. Le esperé, cogí su mano y él atrapó mi corazón para siempre.  (Pelín cursi, pero ya está escrito).

―Me llamo Laura, le dije

―Y tú ¿Cómo te llamas?

―Daniel

―¿Cuántos años tienes, Daniel?

―Dos, demostración gráfica con sus dedos, como una señal de victoria.

Conversación intensa a media lengua. Levanta su bolsa de chuches hasta tocar mis dedos. Me invita a compartir sus golosinas y a ir en su coche hasta su casa.

La luna formaba un círculo perfecto en lo alto del cielo y nos devolvía toda la luz y el brillo que ese día le robó al sol.

―Me gusta, me dijo señalándola con su dedo, ¿te gusta la luna?

―Mucho, soy una lunática. Hemos llegado, ¿te gusta mi amigo?

―¡No!

Entre divertida y perpleja le espeté un “así me gusta, sinceridad ante todo” ―¡Chócala!, le dije. Y nuestras manos se encontraron en un aplauso improvisado.

Además de encantador es generoso este niño. Me sorprende, ¡quería llevarme a su casa!, pero llegamos antes a mi destino. Amores incondicionales como éste no abundan y yo estoy deseando volver a verle ¡quizá en otra vida!

Lunes, 12 de noviembre de 2012

Por fin llegó la semana de San Diego y eso significa, por encima de todo, una semana de fuga… una disculpa como otra cualquiera para no ir a clases. Algunos profesores se ponen con tonterías y dan el tema por dado y hasta duplican el encargo de “tareas”, pero la clase entera está de acuerdo en no aparecer por las aulas y… no aparecemos. Solo vamos a prácticas de campo ¡esas son sagradas! Yo a mi asilo, otros a su ayuntamiento o donde les haya tocado.

 

Este año no quiero perderme la visita a la estatua de Juan de Ayala, el fundador de la ermita de San Diego según cuenta en una de sus crónicas el periodista Domingo Barbuzano. Quiero contar los botones de su sotana y pedirle ayuda ¡Si cuela, cuela! Claro que tendré que ir a la Iglesia de la Concepción. No entiendo por qué la ermita sigue cerrada, a este paso termino la carrera y me voy de la isla sin haber participado en la legendaria romería.

Quiero contar los botones para que me de suerte en los exámenes. Si, ya sé que la suerte hay que currársela y que no queda otra que estudiar, y estudio, ya lo creo. No puedo permitirme el lujo de perder la beca. Por eso precisamente, y por si las leyendas y tradiciones tienen algo de verdad…contaré los botones, uno a uno, y en cada botón dejaré el soplo de mis deseos. Uno a uno: Aprobar los exámenes. Terminar la carrera y volver pronto a Lanzarote con mi familia. Salud y alegría para mi gente y que a toda la gente la sienta como mía. Que la guerra se convierta en una palabra muerta en todos los idiomas del mundo. Que se arruine el negocio de la droga por falta de demanda. Que la riqueza mundial se reparta con justicia. Que los gobernantes construyan puentes en lugar de muros y abanderen la defensa de los derechos humanos. Que Germán….bueno, esa es otra historia. Que….queeee, que dejo el diario y me pongo a estudiar, ¡más que nada para ayudar a la suerte!

Martes, 13 de noviembre de 2012

Estoy deseando que sean las dos y media. Germán y sus pesquisas detectivescas informáticas, no llegaron muy lejos. Ni idea de a quién tengo que esperar en la parada del tranvía.

Miércoles, 14 de noviembre de 2012

Ayer me llevé la sorpresa de mi vida. Y, ni en cinco vidas hubiera sospechado que mi compañera de clase, Marta, es la prima favorita de Alberto. El mismo que aprovechaba cualquier ocasión para tirarme de las coletas, el mismo que vivía a trescientos metros de mi casa y esperaba cada mañana a que mi madre peinara mis rizos para ir juntos al cole con la suya. El Alberto que me salvó de suspender más de un examen de mates, gracias a su facilidad con los números. El tiempo y la complicidad nos hizo inseparables. Con él estrené mi primera excursión al monte de Timanfaya, mi primera película en el cine y mi primer beso húmedo…después, el traslado de su padre a la Academia Militar de Zaragoza me dejó a mí, a todos mis yoes y a mis dieciséis años recién estrenados, descolocada y sin consuelo.

Nos perdimos la pista y ayer, en la parada del tranvía, no solo vi a un Alberto más alto, más hombre sin serlo, más confiado y seguro de sí mismo. Vi su sonrisa amplia marcando con énfasis el hoyuelo de su mejilla izquierda. Vi a Alberto abrazando por la cintura a la recién presentada: Lola.

―Daniel, dale tu bolsa de chuches a papá y saluda a Laura.

 

Publicado en La Laguna Esbrújula,  (2017). Ediciones Idea.