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Gloria López

Estos días, ha sido publicado en la prensa el cierre definitivo del cine Víctor, un icono de nuestra ciudad, en el que disfrutamos de la proyección de tantas y tantas películas a lo largo de sus setenta años en activo.

En mi mente recuerdo  sus imponentes instalaciones, con un estilo muy victoriano,  lustrado por sus grandes mármoles, cortinas de terciopelo, herrajes dorados.

Allí vi muchas, muchas películas junto a mi familia, cuando era pequeña, para después, ya de adolescente, vivirlo con mis amigos y amigas, en pandilla.

En su segunda planta, en el gallinero, como lo llamábamos, con las cotufas y la coca cola, que no podían faltar, gritamos, lloramos, nos reímos y sobre todo disfrutamos entre aquellas paredes, de nuestro querido cine Víctor.

Películas como Superman, donde conseguir una entrada se convirtió casi en una misión imposible, pero al final lo conseguimos y pudimos disfrutar del vuelo y de los superpoderes de Christopher Reeve, el galán que nos cautivó por aquellos años.

La última vez que entré en sus instalaciones fue en el año 2023, para disfrutar del estreno de la película FATUM de Juan Galiñanes, interpretada entre otros, por Luis Tosar, Álex García y Elena Anaya.

La verdad que fue una gran experiencia, ya que tuvimos la suerte de conocer a los actores Luis y Alex, que estuvieron presentes en el mismo, pero sobre todo disfrutarlo en esas instalaciones tan especiales para mí.

El cine está ubicado en un hermoso edificio, obra del arquitecto José Enrique Marrero Regalado, en la plaza de la Paz y es considerado patrimonio de la capital por su valor sentimental y arquitectónico.

Sus instalaciones cuentan con un aforo de 550 butacas en la parte baja y 225 en su parte superior y en él se han proyectado desde las primeras películas en blanco y negro, a los últimos éxitos de taquilla de estos meses.

A lo largo de estos años, como por todos es bien sabido, la industria cinematográfica ha sufrido grandes cambios de cara a las salas de proyección, que se han visto perjudicadas sobre todo por la implementación de las plataformas de cine en casa, lo que ha ido provocando el cierre de muchos de los más famosos cines.

En este caso el cine Víctor, entrado el siglo XXI, e intentando adaptarse a los nuevos tiempos, cambió de uso y se dejó de proyectar cine comercial, para especializarse en un cine independiente y de autor, gracias al acuerdo que llegaron con el Cabildo de Tenerife, que alquila el edificio en el año 2002. También se desarrollaron actividades y proyección de la Filmoteca Canaria en Tenerife.

Tras no renovar el Cabildo el contrato de alquiler y pasar varios años cerrado, la empresa de los Cines Price, otro de los grandes referentes de Santa Cruz, recoge el testigo y se hace cargo de su gestión, abriendo sus puertas de nuevo en el año 2013.

Pero la pandemia, la falta de público y las restricciones impuestas para evitar la propagación del virus, pasaron factura a todos los proyectos que se tenían previstos en sus instalaciones.

A pesar de eso, intentó permanecer y sobrevivir, proyectando estrenos nacionales, como el último que se ha podido disfrutar en su sala, la presentación de la película de David Baute, Mariposas negras.

Por desgracia, hoy ha cerrado sus puertas, y yo como chicharrera me niego a que desaparezca definitivamente de nuestras vidas, por lo que desde estas páginas animo a los que pueden salvarlo, que lo hagan. Existen una gran cantidad de proyectos culturales que podrían tener cabida en esa maravillosa sala, lo único es sentarse, y analizar, si como ciudad, podemos permitirnos el lujo de seguir perdiendo todo aquello que es parte de nuestra cultura social y de nuestro patrimonio.

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