Las ventanas de mi isla son especiales, no hay ninguna que no muestre en el horizonte al mar.
Que privilegio tener ventanas tan generosas; por muy pequeñas que sean, cuando miras a través de ellas, allí está, el inmenso, ellas sin vacilación no los muestran, y por si fuera poco, también abarcan con su prodigiosa mirada la majestuosidad del paisaje sobre él, los barcos cual danzarines, el blanco espuma y el blanco nube que le adorna, el reflejo de la luna en sus aguas, el brillo que le da los rayos del sol en verano, el remolino de sus olas, la infinita línea que lo une con el horizonte.