Tantas veces te sentía,

estabas conmigo,

y sin embargo no te conocía.

 

En mis manos te tenía,

y no sabía lo que significarías.

 

Mis ojos se detenían de manera imprevista,

no era el color lo que me atraía,

era saber que estabas ahí,

en silencio,

esperándome,

lo que me conmovía.

 

Esperaba el mejor momento,

pensando que  te necesitaría.

Y llegó aquel día, 

con el silencio de un corazón que no latía.

 

Abrí tu puerta buscando lo que contenías,

descubriendo un mundo que me ayudaría,

a vivir de la manera que tanto quería.

 

Libro mío de mi vida,

acompáñame,

hasta los últimos suspiros de mis días.