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La voz poética que comenzamos a conocer en Brújula Verde, primer poemario de Ana Tejera, ha tomado cuerpo y echa raíces en Alas de Maresía, resultado de un proceso de maduración, del persistente trabajo y de la pasión por seguir construyendo, indagando, transitando este territorio tan lleno de códices, misterio y belleza.

Todo esto se percibe en Alas de Maresía, un poemario donde, desde un punto de vista formal, la poeta empieza a abrir espacios, dando aire a los versos, persiguiendo ritmo y modulación, pero sobre todo un poemario donde Ana entiende la importancia de macerar el lenguaje para extraer de él sustancia y hondura. En esa labor, se ayuda de imágenes inesperadas, figuras poéticas de construcción singular, de indiscutible marca propia.

Así, nos podemos encontrar, entre sus páginas, numerosos hallazgos, de los que entresaco, aleatoriamente, algunos:

  • Ya no te atreves a surfear lo imprevisible

(Ana consigue otorgar nuevo peso y significado a un verbo inusual en poesía: surfear. Al leer este verso, nos descubrimos  sobre una tabla, sorteando al azar sobre el mar de lo fortuito)

  • La garganta en un cráter

(La visión de una garganta, de una voz que se quiebra donde hay o hubo fuego, es muy poderosa)

  • Un borrón infinito tu risa

(Se percibe cómo late la poesía en este atinado juego de contraposición, donde se enfrenta la carga semántica de una palabra como risa, con un borrón, una tachadura que la niega, además, infinitamente)

 

Dos palabras cargadas con profundo significado poético franquean, abren camino, en este poemario: alas y maresía. La primera tiene vocación de vuelo, la segunda nos acerca al mar.  Vuela sobre el mar, pues, la poética de Ana Tejera Aguiar. Allí, en comunión con la naturaleza, parece encontrar sustento y sustrato su poesía.

Pero, como bien dice Felicidad Batista en el prólogo de este libro, este vuelo poético también se interna en el ser, viaja hacia adentro para, desde allí, observar la vida y no con lírica meramente contemplativa. Su mirada poética constata, entre el miedo y la duda, que la realidad no es unívoca, que está llena de aristas que claman ser limadas con insistente ansia de respuestas.

     A veces, se presenta descarnada:

 

La ira va creciendo, arde y cambia

Observo como las sombras vagan mutiladas

Me abrazo a la mía y le ruego

que no me abandone

 

Otras, se sujeta a la esperanza como un alfiler, porque  la poeta sabe que, a pesar de todo, es preciso trascender:

…a través de los huecos atornillados a mi espalda

regreso a las montañas.

Allí el tiempo me alcanza y juntos danzamos

hilvanando otra vida

sobre un mar de nubes

Encontrarán que Alas de Maresía se divide en dos bloques, cada uno de los cuales va precedido de sus correspondientes epígrafes, versos de dos grandísimas poetas como Anne Carson y Alejandra Pizarnik, dos referentes indiscutibles que hablan de las imprescindibles e inspiradoras lecturas de nuestra autora.

Desde esas magníficas puertas de entrada, yo les invito a adentrarse en la poética de Ana Tejera: la visita a estas Alas de Maresía les garantiza la emoción y el temblor que uno le pide a la poesía.