Suspense que nuestras manos
volverían a unirse
sin ninguna traba
que nuestras miradas
esconderían sospechas
nunca dichas.
Que hoy imaginaríamos puentes
sobre aguas
por pasar.
Creí que las tardes
serían de nuevo cálidas.
Y ahora
hago una bola con todo eso.
Me detengo y busco un rincón
compartido.
Allí quedó todo
en el fondo oscuro de la fuente.
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No hay cicatrices, por burdas que parezcan
Que no encierren belleza.
Historias puntuales contadas por ellas,
Dolores, penas. Pero su fin al final.
Son ellas, como los pespuntes de la memoria,
Un remate imperfecto que sana.
Nos da la forma exacta para que el tiempo
encuentre a esas heridas
Que pretenden escapar.
© Oleajes