Mar

 

 

 

 

ENTRÉ en aquellas cuevas siendo del barro,

no pretendía huir,

los susurros en la bajamar me guiaban.

El agua resbalaba cristalina

entre las rocas verdosas

y la sal cubría mimosa

las grietas milenarias.

La blanca espuma se adentraba intrépida bajo mis pies

y abría caminos hacia otras galerías,

llevando la luz al mundo silencioso

de las pequeñas vidas allí reunidas.

Regresé al azul de la costa,

ya no aplastaba mi pecho

la soledad de estar viva.

Cuando salí de las cuevas

yo ya era del viento.

 

Del poemario: Alas de maresía