Hija, te pido perdón
por no conseguir que cuadre
la hora. Qué mala madre
me siento, mi corazón
está roto. No hay opción
para sostener la casa.
Ahora mi mente repasa
el minuto que pasó
al dejarte, mi reloj
solo va cuando te abraza.
De verdad, cuánto lamento
que tu carita risueña
no pueda ver cuando sueña
por el trabajo. Lo siento,
hija. Llegará el momento
en que todo cambie. Sé
que esto es muy difícil, que
solo quieres a mamá,
como yo, que me hice a
los besitos de bebé.
Solo unas horas, mi amor.
Prometo buscarte a prisa
para recoger tu risa,
tus dos luceros, tu olor.
Guarda todo mi calor
para cuando algún pedazo
de ti flaquee, que el lazo
que nos une, aunque invisible,
para cuando estés sensible
te recoge en un abrazo.
Ojalá que los billetes
pesaran en mi cartera
y poder la vida entera
estar juntas. Los juguetes
haríamos. Dos caballetes
para pintar compraría.
Hija, qué fácil sería
que mi único trabajo
fuera cuidarte, agasajo
materno-filial diría.
Hija, te pido el indulto
por ser una mala madre,
porque tampoco tu padre
pueda cuidarte. Un adulto
solo es un niño insepulto,
sin receptor de reclamo.
Hija, no llores si llamo
para preguntar por ti,
tú disfruta, juega y
nunca olvides que te amo.