Colores
Lange-Aguiar
Miguel Ángel Díaz, Lange Aguiar

 

 

 

 

 

Se miró al espejo, suspiró.

Sintió romperse su alma.

Miraba y miraba su imagen.

La recorría de arriba a abajo

de abajo a arriba

no queriendo detenerse

en ese punto de su cuerpo

que le producía escalofríos

y rechazo absoluto.

¡Sí le gustaba y aceptaba,

con cariño y admiración,

todo lo demás que observaba

de su estilizado cuerpo!

¿Cómo acabar con ese sufrimiento?

¿Cómo expresar y mostrar a los demás

que no aceptaba su género?

Sus padres, religiosos tradicionales y muy fervientes.

Sus abuelos, militares de un régimen autoritario

que encarcelaba a los transgresores del sexo.

Sus abuelas, esposas fervientes y fieles

a una educación donde lo diferente

era castigado con terribles

críticas y marginación.

¿Qué hacer, se preguntaba,

una y otra vez,

delante del espejo,

fiel compañero de sus desvelos.

¿Qué hacer?

Era la pregunta que le perseguía

desde hacía mucho tiempo

Se acostó con su desnudez sobre su cama.

Cerró los ojos pausadamente,

aquella cantidad de pastillas,

que minutos antes había tomado,

estaban ya haciendo su función.

Fátima voló al mundo de sus sueños,

del que no regresó nunca más.

Una nota escrita al borde del espejo,

con su lápiz de labios,

que,

con lágrimas en sus dolorosos rostros,

leyeron sus padres

al día siguiente

Siempre quise ser Alí. Les amo