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Maca Martinón

 

 

 

 

Debo reconocer que para mí fue un placer presentar la segunda novela de Maca Martinon, El cuarteto del sur. Después de haber leído La Laguna es ella y que tan favorable impresión me causó. 

Posteriormente, coincidí con Maca en clubs de lectura y en alguna presentación de libros. Ahora, además, somos compañeras en la misma antología Generación 21: nuevas novelistas canarias. Y fue una feliz sorpresa recibir una llamada de la autora en la que me proponía la aventura lectora de adentrarme en su novela y contarles a ustedes, a la vuelta, las sensaciones de ese viaje literario. Así que agradezco tu deferencia al invitarme. 

Pero antes de marcharnos al sur y a los “desnortes” del cuarteto, quiero referirme a cómo llegó la novela a mis manos, entre esa magia y misterio que rodea también a las circunstancias literarias.

Nos citamos un domingo junto a la Torre de la Concepción de La Laguna. Fue un encuentro propio de novela. De fondo, un rapero cantaba imparable desde el balcón de su casa. Entramos en la cafetería Melita. La primera peculiaridad fue que nos sentamos frente al amplio y suculento escaparate acristalado. Seductoras tartas y sugerentes pastelitos nos invitaban. La camarera se presentó solícita. Confiada en que iba a rellenar su comanda de dulces, pero nosotras ya hablábamos ya de literatura con El cuarteto del sur sobre la mesa. Solo pedimos un cortado de café descafeinado de sobre y un té, eso sí, de frutas del bosque. La conversación discurrió entre versos y poetas. Lejos de seguir el sendero de la prosa, la poesía fue la que endulzó nuestra charla. Partimos de la casa de Emily Dickinson, sus manera y modos de vivir y concebir la poética y continuamos por la poesía actual de Estados Unidos. Especialmente , las poetas de la denominada poesía de la experiencia. Nos despedimos con los nombres de Anne Carson y de la premio Nobel Louise Glück. Días después, recibí un WhatsApp de Maca. Me escribía desde la Feria del Libro de Las Palmas de Gran Canaria donde, comprando libros, había tropezado con poemarios de Anne Carson y recordó, entonces, haberla leído y compró uno de sus libros. Les cuento esto, porque me pareció curioso que dos narradoras se encontraran en una cafetería de delicatessen alemanas, no pidieran dulces, no hablaran de narrativa, y terminaran cerrando aquella conversación en un puesto de libros de una feria en otra isla, donde nos volveríamos a encontrar unos días después. Esta vez, sí, para hablar de narrativa. 

El título de El cuarteto del Sur nos lleva a evocar una partitura musical para cuatro instrumentos o una pieza de piano a cuatro manos. Y algo de cierto tiene esta impresión inicial. A medida que nos adentramos en la historia, percibimos los acordes y disonancias de cuatro personajes sometidos a su devenir y la naturaleza que los envuelve. Y así, el primer sonido que nos llega, es una música reconocible, el seseo, el murmullo, el gorgoteo, el rugido del mar.

Nos encontramos con una novela a dos voces. Dos mujeres que narran, desde sus miradas,   comunes a veces y contradictorias otras, los sucesos de un tiempo que las unió y también separó. Miradas de una isleña y de una holandesa que convergen en un tiempo con muchas preguntas y  respuestas complejas.

Los acontecimientos que marcan el desarrollo de la novela comienzan en 2008 en Tenerife. El presente histórico que emplea la autora atrapa al ávido lector y lo sumerge en una acción inmediata. Lectores que deben estar dispuestos a escuchar, a contemplar, a percibir los aromas de la naturaleza, pero también a viajar por mar, islas, continentes y, sobre todo, por los mundos interiores de Isabel, Henry, Céline y Morgan.

Maca Martinón establece un interesante juego de espejos donde se refleja el cuarteto, aunque eviten mirarse en ellos. Esto hará de la palabra contradicción un pasadizo complejo y tormentoso. Pero también hay una contraposición en el plano geográfico y en el personal. Isabel procede de la vega lagunera, espacio frío, verde, frondoso, patrimonio e historia en piedras y siglos. Henry es un joven inglés que llega de Londres entusiasta y ligero. Un Dorian Grey de una belleza de lienzo o, más bien, el Tadzio de Muerte en Venecia de Thomas Mann. Un joven cuyo físico y carácter lo hacen, si cabe, más atractivo y también más inasible. Morgan y Céline es un matrimonio que llega también de la capital británica. Inspira misterio y desconcierto. La relación entre Isabel y Henry iluminará el anodino mundo de esta. Y, como un tren que irrumpe en un paisaje sentimental que reverbera al amanecer, el matrimonio entra en sus vidas con destellos y sombras. Las apariencias parecen paredes de cristal, pero son nebulosa asaeteada de dudas y desazón.

El lenguaje es trepidante y envolvente. Maca Martinón apuesta por la narrativa ágil de precisión descriptiva pero también de lirismo en las imágenes, en las percepciones y en los sentimientos. Pero la escritora cuenta, además, con un quinto y trascendental personaje con su propia narrativa, el paisaje. Omnipresente y sonoro. Silencioso y desértico. El sur árido, caluroso, de mar calma, masificado, de construcciones iguales. El norte, Bajamar, familiar, volcánico, atlántico bravo, naturaleza de neblina y niebla que gotea. Y por el que la trama fluye como por el alma de cada uno de los protagonistas. El  paisaje no es, por tanto, un mero decorado, un escenario o el entorno necesario. Por el contrario, tiene su propio papel, influye y condiciona ánimos y actos. Así la autora lo refleja en el frío y el calor, la lluvia, el viento o la calima.

El lenguaje poético fluye vívido por algunos pasajes de la novela y la poesía también está explícita, como en este poema:

 

La pena se expande como un río de lava 

cuánto duele vivir. 

 Huye el magma hacia el mar.

Diluirme en la nada,

es la salvación.

 

La autora aborda la realidad social y gradúa el zoom de su mirada sobre las condiciones de trabajo en el sector del turismo, pero también sobre los que se hacen a sí mismos, los que compran un mundo a su semejanza, los que se dejan comparar.

Isabel se siente isla dentro de un pequeño archipiélago que forman los cuatro personajes. Una tela de araña que los atrapa. La autora muestra, en planos cercanos, la búsqueda de la felicidad que cada uno emprende. Y ahí la novela adquiere una mirada existencialista que va desde la felicidad inexacta de las drogas, la huida hacia adelante, la definición de género o la autodestrucción,  hasta aquella que se encuentra en la belleza, en el arte o un sereno lugar frente al mar. Personajes que navegan por un océano vital que les exigirá buscar puerto de retorno cuando la tempestad los sacude y la niebla de los acontecimientos los sitia. Pero también en resurgir desde la profundidad de sus aguas.

Hay un aspecto de la novela de Maca Martinon que quiero destacar. En este gran escenario vital que son las islas, El cuarteto del sur viaja a La Palma. Los personajes van, entre otros lugares, a Tazacorte, y recorren un paisaje que hoy ya no existe. El volcán de Cumbre Vieja explotó después de escrita y publicada la novela. Parte de ese territorio narrativo, por el que nos conduce la novelista, permanece ya en el recuerdo, en fotografías o en audiovisuales, pero también en la literatura de estas páginas de El cuarteto del sur que se vuelven historia, historia narrada en algunos de esos pasajes.

Una novela donde el periplo que realizan los personajes por Tenerife, La Gomera, La Palma, Inglaterra, Holanda, etc., es también un viaje a cuatro mundos interiores. Convergieron en un tiempo y en un lugar, en el que la autora, con la destreza del lenguaje, la narración fluida, trepidante a veces, remansada otras, nos muestra la complejidad de la condición humana y la fugacidad del tiempo, el amor y sus vaivenes, el instante como eternidad efímera, la libertad y la belleza como pasión. 

Como afirma Isabel: «La pasión es como el mar. Una vorágine que se agolpa en la orilla, una fuerza misteriosa, un alboroto, una confusión desgarradora». 

A la que les invito a subir y a viajar con pasión por El cuarteto del sur. 

El cuarteto del sur de Maca Martinon. Editado por Ediciones Idea-Aguere

*Texto leído en la presentación de El cuarteto del sur en el Círculo de Amistad XII de Enero el 4 de noviembre de 2021